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Para el nuevo año: felicidad

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El comienzo de un nuevo año siempre supone recapitular lo vivido y hacer nuevos propósitos por vivir... pero a menudo se nos olvida lo principal: ser felices.

Y la felicidad casi siempre está en las cosas más sencillas, la familia, los amigos, la naturaleza, la cultura ... pequeñas cosas que casi todos tenemos, pero que hay que cuidar... como cuenta este pequeño libro que te ayudará a ser feliz.

Con nuestros mejores deseos para el nuevo año.

Hace un año que yo tuve una ilusión



Como canta María Dolores Pradera, hace un año yo tuve una ilusión… una ilusión en forma de libro y que nacía con el principal propósito de dar a concer la verdadera historia de Carmen Giménez Flores, la Infantona, la Vizcondesa de Termens. Una mujer singular que marcó la historia de una época y a la que por distintas circunstancias, desde hace años decidí seguir sus pasos para poder recomponer su biografía.

Ahora hace un año que viera la luz esta historia, pero al fin y al cabo un libro tiene vida propia y quién sabe que será de él con el paso de los años. Hasta ahora ha sido un buen hijo y han sido muchas las satisfacciones que me ha dado. Es natural que uno hubiera querido que fuera aún mejor, pero también un padre sabe de sus limitaciones.

Aún recuerdo la emoción de las presentaciones en Cabra y en Sanlúcar, de la firma de libros en el rastrillo Nuevo Futuro de Madrid, de las notas de prensa y de las entrevistas en Radio Nacional de España. Han sido muchas las dedicatorias escritas y muchas las personas que habéis tenido palabras elogiosas hacia mí.

A todos gracias, gracias por haber leído este libro, por haberos interesado por él, por comentárselo a otros amigos, por, además de ser lectores, haber sido cómplices en esta aventura y mi agradecimiento especialmente a los que seguís este blog.

Escribía Juan Valera en la dedicatoria de “Juanita la Larga” (1895) al Marqués de la Vega y Armijo:

“(...) No sé si este libro es una novela o no. Lo he escrito con poquísimo arte combinando recuerdos de mi primera mocedad y aún de mi niñez, pasada en tal o cual lugar de la provincia de Córdoba.”


Salvando las distancias, con este libro me ha pasado algo parecido a lo que refiere don Juan; no sé si este libro será una biografía o un relato, escrito (en mi caso de verdad) con poquísimo arte, y que resulta de una combinación de recuerdos y de informaciones recogidas entre Sanlúcar de Barrameda y Cabra... pero que en cualquier caso, a mí me ha resultado una tarea gratificante y realmente apasionante.

Gracias a todos y feliz Navidad.

La casa en Sanlúcar que costó un dineral por ser árabe copia de la Alhambra


En 1896, con la intención de estar más cerca del Infante D. Antonio de Orleáns, Carmen Giménez, “residente accidental en esta población y habitualmente en París, donde tiene su domicilio, sin profesión, de estado soltera y de edad 24 años. Según se hace constar en un pasaporte del cónsul de España en dicha capital ...” compra la casa número 17 de la calle Cristóbal Colón de Sanlúcar de Barrameda. La venta se hace por 7.500 pesetas y en ella interviene directamente como compradora. Esta propiedad sería la primera que adquirirá en Sanlúcar y aunque la calle aparece nominada como Cristóbal Colón, anterior y popularmente recibía el nombre de Muleros, y de ella, también se sabe que se compró con dinero del Infante, y sin embargo nunca se hizo reclamación sobre ella en los pleitos posteriores.

En junio de 1897 comprará otra casa situada en la conocida Plaza del Cabildo y que lindaba por su parte trasera con la otra de su propiedad adquirida el año de antes. La venta se hace por un importe de 12.500 ptas, equivalentes a 50.000 reales de vellón y aunque se hace a favor de Dª Carmen Jiménez, natural de Cabra (Córdoba), mayor de edad y residente en París en la Rue de la Faisanderie nº 25, quien comparece en el acto notarial es D. Agustín Daspe y Gil, empleado particular y quien interviene con un poder notarial que a este efecto expidió el Consulado General de España en Francia de París.


Reedificada por deseo y a instancias de la propia Carmen Giménez, fue el propio infante don Antonio quien sufragó totalmente su construcción que ascendió a 225.000 pesetas, como así lo reconoció posteriormente cuando en su conocido pleito por la disputa de sus bienes familiares (PLEITO DEL INFANTE DON ANTONIO DE ORLEANS “- Nunciatura de Madrid, Legajo 713. Expediente 1 (fols. del 14 al 39), 1919. Archivio Segreto Vaticano. Roma) señala que entregó:

“El dinero para hacer su casa en Sanlúcar de Barrameda que costó un dineral por ser árabe copia de la Alhambra .......... 225.000”.

Esta casa de estilo árabe estaba en consonancia con el gusto ecléptico de la época de rememoración de estilos antiguos y se convirtió en la vivienda oficial de Carmen Giménez en la ciudad gaditana. De dos plantas y azotea, su fachada se decoraba con arcos de herradura sobre columnas nazaríes y cancelas de hierro con celosías arabescas, combinando el ladrillo visto y la yesería. Se localizaba en el centro de la ciudad, en la plaza del Cabildo, a pocos metros de la Calzada, zona de recreo y de acceso a la playa, y del Palacio de los duques de Montpensier. Vendida a la muerte de Carmen Giménez a un armador de Bajo de Guía, fue conocida popularmente como la “casa de chocolate” y a pesar de su peculiar estilo y de haber sido escenario de amores irresistibles y de rumores calientes, en palabras de Narciso Climent, fue demolida a finales de los años cincuenta del siglo XX.

Se pega un tiro en el corazón

Jesús Gómez de Villavedón Ferrando nieto del que fuera Vizconde de Termens, colaborador y buen amigo, hace unos días me remitía copia del “Acta de defunción” de Luis Gómez de Villavedón y Santos (…) de cuarenta y nueve años, domiciliado en Alicante, Barriada de los Ángeles, chalet “Consuelo”, de profesión comandante de Infantería y de estado casado en segunda nupcias con Dª Carmen Jiménez Flores (…) y que falleció el día 3 de septiembre de 1926, a las 18 horas a consecuencia de lesiones según resulta de la comunicación del Sr. Juez Instructor Militar y que tras el reconocimiento practicado su cadáver habría de recibir sepultura en el cementerio de Alicante.

Este documento me sirve para recordar el desafortunado final de quien fuera un gran militar y héroe de guerra, condecorado con la “medalla militar de Marruecos con pasador de Tetuán”.
A Luis Gómez de Villavedón, de quien hablabamos en una anterior entrada (mayo 2011), le fue concedido en septiembre de 1925 traslado de residencia a Sanlúcar de Barrameda su último domicilio oficial. El verano de 1926 lo pasaba junto a sus hijos en su chalet de Alicante, y a finales de agosto había viajado hasta Madrid acompañando a sus hijos mayores que iniciaban estudios en la capital, volviendo de nuevo junto a su hija Consuelo de tan sólo 14 años.


Por esas fechas la relación con su esposa, Carmela Giménez, la Infantona, no era buena. Los continuos requerimientos de tipo económico en los continuos pleitos que mantenía la Vizcondesa de Termens con los Orleáns y Borbón, y la poca atención que al parecer Carmen prestaba a sus hijos, motivaron la separación conyugal.

Lo cierto es que en circunstancias poco claras se suicidó, tal como consta en su HOJA MATRIZ DE SERVICIOS o como diría algún periódico eufemísticamente, murió “repentinamente”.

El periódico ABC en su edición de Madrid en su sección de “Tribunales, crímenes y suceso de España y el extranjero” del domingo 5 de septiembre de 1926, informaba lo siguiente:

“Muerte del Vizconde de Termens
Alicante 4, 5 tarde. Al examinar una pistola, tuvo la desgracia de que se le disparase, y de que el proyectil le ocasionara la muerte, el comandante de Infantería D. Luis Gómez Villavades (sic), vizconde de Termens, quien a fines de Julio regresó de África y compró un chalet en la barriada de Los Ángeles donde se instaló con su hija. Ayer se proponía marchar a Madrid por lo que tenía el equipaje preparado.”


Mucho más explícito resulta el periódico alicantino “El Luchador” (4/09/1926):

SE PEGA UN TIRO EN EL CORAZÓN
“(…) Ante los amigos se ha mostrado intranquilo y preocupado desde que llegó de Madrid. Según nuestras referencias sufría mucho de neurastenia y por desavenecias conyugales, por disgustos íntimos con su segunda mujer, de la cual como hemos dicho, vivía distanciado.
Ayer por la mañana recibió una carta. Y a las seis y media, en vez de marchar a Madrid, se acostó en su lecho, besó a su hija y se disparó un tiro en el corazón.”

La casa parisina de la Rue Spontini


parisenconstruction.blogspot.com es un sitio de internet que ofrece información sobre las edificaciones realizadas en París entre 1876 y 1939, más concretamente una relación en orden alfabético de “los permisos de construcción” de los principales edificios de la arquitectura parisina de fin de siglo. En la citada relación de edificios aparece el nombre de Mademoiselle Carmen Giménez como propietaria de una casa de tres plantas en la Rue Spontini 48 de París, edificada por la dirección de los arquitectos Langlois y Francotte, fechada el 15 de septiembre de 1898.

Las noticias que teníamos hasta ahora eran que Carmen Giménez había tomado posesión en 1910 de un hotel hecho expresamente para ella situado en París en la Rue Spontini número 48, adquirido por Antonio de Orleáns a la banca Rothschild. Así lo testimonian diferentes documentos como la declaración judicial de Pedro Castellanos (1926), ayudante de cámara del infante. Por otra parte, señalaba la prensa que en la instrucción del Pleito del Collar se citaba que Antonio de Orleáns había comprado para la vizcondesa un hotel en la calle de Spontini de París pagadero en 15 anualidades de 30.000 francos cada una, pero que el infante no pago ni un solo plazo, y por eso la vizcondesa le reclamaba, además del precio del collar, el pago de las quince anualidades, (La Época, -Madrid- 16/ 01/1920).

Nada más hacerse cargo de su nuevo domicilio parisino, la Infantona ordenó colocar en su fachada su nuevo escudo de armas y la corona del título concedido por el rey. En aquellos años el infante Luis Fernando seguía viviendo con su padre y por tanto también con ella, circunstancia que indignaba enormemente a doña Eulalia, que no daba crédito a la protección que el propio rey demostraba hacia Carmen Giménez. Así se lamentaba en una de sus cartas dirigidas a la reina María Cristina:

Domingo 17 Sept. 1911
Querida Crista. Por el Conde de Colombi que va a Madrid te escribo para suplicarte que me apoyes con el Rey para que tome una determinación con el Embajador aquí, para que si Luis se presenta en la Embajada con Carmela; bajo el pretexto de que es título del Reino y que el Rey al conceder a Carmela se llama Vizcondesa de Termes ha dado una prueba de deferencia a Antonio; que la Embajada no la reciba. Lo que ahora me va a venir es un caso terrible. No sé si sabes que Antonio ha regalado a Carmela una casa aquí 48 Rue Spontini ( al lado del S. James) en esta casa acaba Carmela de poner las armas y la corona del título que le ha concedido el Rey y se lleva a Luis a vivir con ella y su padre en esa casa. Luis presenta a Carmela como “título del Reino” y yo no puedo negar que es cierto…

Así pues parece evidente, que efectivamente la magnífica casa de la Rue Spontini 48 de París le fue confiada en 1910 a Carmen Giménez, si bien posteriormente volvería a manos del infante don Antonio, que se la cedería a Louise Chardonnet “la bella Lulú”, su última amante, que alguna vez vivió en aquella residencia a expensas del Duque de Galliera.

Estos comentarios sobre la casa de la Rue Spontini, 48 responden al interés expresado por esta vivienda parisina por nuestro buen amigo y colaborador Santiago García, quien nos señala atinadamente que el lugar dónde fue tomada la fotografía publicada (El automóvil, un signo de estatus) coincide en muchos detalles con la actual vivienda de la Rue Spontini, 48.

Efectivamente, la foto del automóvil fechada en 1915 se debió hacer en la entrada del 48 de Rue Spontini. Pues como informa el abogado Ricardo Betes, por aquellos años (1910-1915) se remitieron a través de la Agencia de transportes Echeandía y Cia numerosas cajas y paquetes “para ser reexpedidos a París, Rue Spontini a nombre de Sra. Doña Carmen Jiménez Flores o Vizcondesa de Termens”


Actualmente el edificio situado en el número 48 rue Spontini- 75016 París, tiene 4 plantas, sobre una superificie de 455 m² y en realidad forman dos edificios unidos con un patio delantero. Muy cerca de allí, en el número 51, se hospedaría el mítico Carlos Gardel durante su estancia en París en 1929. Una última curiosidad, la que fue suntuosa vivienda parisina de la Infantona actualmente es un edificio de lujosos apartamentos cuyo valor se estima en torno a 10.000 € el metro cuadrado.

El automóvil, un signo de estatus.


Fotografía realizada en París el 5 de mayo de 1914. José Tavira, sobrino de la Infantona, posa junto a un automóvil propiedad del infante Antonio de Orleáns; también se aprecia el perro de D. Antonio situado junto al chófer, mientras un criado contempla la escena.

El impacto que supuso el automóvil en el primer cuarto del siglo XX fue extraordinario. Cuando aparecieron los primeros automóviles no existía una palabra para designar al sujeto que conducía aquel extraño vehículo sin caballos, de modo que en francés se adoptó el nombre del trabajador que cumplía tal función en la locomotora que era el único vehículo mecánico para pasajeros existente hasta entonces. Como la cultura francesa contaba por entonces con gran prestigio en España, chauffeur, fue rápidamente adquirido por el castellano y adaptado por la Real Academia Española a chofer o chófer, mientras que en inglés y alemán, la palabra francesa fue tomada sin variaciones.
Los primeros coches tenían un altísimo precio, hasta el punto que un en los años 20 un coche usado podría costar de 15 a 20.000 pesetas, el equivalente de varios años de un sueldo medio. Se empleaba la expresión “poner coche” para indicar que una familia podría exhibirlo más que como un medio de transporte, como un símbolo de riqueza y distinción.
La vizcondesa de Termens tampoco estaría ajeno al uso del automóvil:

“Marchó en su auto al extranjero la señora Vizcondesa de Termens”
(La Voz de Sanlúcar/2 de julio de 1910)

Un auto francés de aquellos años como un Darracq, Berliet, Renault, De Dion Bouton, Peugeot, o bien un Start inglés, o uno de nuestros reconocidos Hispano-Suiza. Los vehículos que utilizó la vizcondesa de Termens eran propiedad del infante y su conducción era una responsabilidad recayó durante mucho tiempo en un leal sirviente conocido como Francisco apodado “Matacristos” y ocasionalmente por alguno de sus sobrinos.
El 26 de febrero de 1923 el entonces marido de la vizcondesa, Luis Gómez de Villavedón, inscribe un automóvil de uso privado y de 4 asientos en el Registro de carruajes de lujo del Ayuntamiento de Cabra.

Las monjas de Termens


El proyecto de Grupo Escolar Termens data de 1930 aunque se inauguró en 1934. En sus más de 75 años, la historia de La Fundación Termens se podría dividir en dos etapas: Una primera etapa que va desde su apertura en 1934 hasta 1972, y que se dedicaría a la educación Primaria. Una segunda, desde los años 70 hasta hoy, comprometida con la educación Especial.
Somos muchos los alumnos que recordamos nuestro paso por el Colegio de Termens. Y que aún mantenemos en la memoria el recuerdo de sus aulas, y en mi caso, y seguro que también en muchos de vosotros: la rectitud de Sor Isabel, la paciencia de Sor Julia, el genio de Sor María, y como no, el cariño de Sor Pilar…, su paciencia infinita cuando los niños acudíamos a su mesa a leer la página correspondiente de la Cartilla, y en mi caso (disculpen la referencia personal) cuando para sofocar mi lloriqueo infantil me daba un puñado de lápices de colores y me ponía a dibujar a su lado, pegado a sus faldas, en su misma mesa; algo que para un niño como yo, entonces de cincos o seis años, era el regalo maravilloso de una monja tan guapa como mi propia madre.


Tienen razón los que afirman que el juego de la memoria es como un cesto de cerezas: tiras de una y sale otra, y otra y no hay forma de terminar. Por eso hablar del Colegio de Termens, para mucho de nosotros supone multitud de imágenes, de evocaciones, de recuerdos... Sirva esta entrada de homenaje y felicitación especial a Sor Pilar Pedrosa y a sus hermanas de Termens, que dedican su vida a la atención de los más pequeños y a los más desfavorecidos, revalorizando con su ejemplo la memoria y el legado de la Vizcondesa de Termens.

La Infantona y el glamour fotográfico de Reutlinger


Leopold Emile Reutlinger (1863-1937) es considerado el precursor de la fotografía de moda y de glamour. El estudio fotográfico parisino de Reutlinger se hizo famoso por incorporar el estilo Art Nouveau a sus tarjetas postales y realizar las primeras fotografías artísticas y de moda. Las primeras revistas ilustradas como Les Modes o The Ladiès Field publicaron fotografías de Reutlinger. Su prestigio se fue acrecentando con los años y gracias, en parte, a la notoriedad de los personajes famosos que retrataba.
También la Infantona fue fotografiada por el glamour de Reutlinger, el fotógrafo de Mata Hari, de Cléo de Merode, de Lina Cavalieri o de la maravillosa Sara Bernhardt.
La fotografía artística de Reutlinger en el París de aquellos años se convirtió en otro medio de diferenciación social, pues solo estaba al alcance de unos pocos ricos debidos a su altos precios.
En estas fotografías francesas de principios de siglo (1900-1910) la Infantona posa, como ahora ya no se hace. En su actitud altiva, apenas esboza una hierática sonrisa, pues las fotos entonces no se hacían para alegrar sino para testimoniar, para recordar. Viejas fotos que nos llenan de admiración y nos cuentan muchas cosas ...

La Virgen y su ermita, al pie de otra sierra



Al pie de las últimas estribaciones de la Sierra de Gádor, en la Baja Alpujarra de Almería se encuentra el pueblo de Berja, la antigua Virgi de los romanos, la Medina Barcha nazarí, aquella en la que Pedro Antonio de Alarcón decía haber visto un jardín en cada casa. De lo que más sorprende al visitante en el paisaje yermo y árido que la rodea, quizás sean sus numerosas fuentes de aguas cristalinas; dieciséis, que son la envidia de los pueblos vecinos que beben agua desalada. En tan particular ciudad manantial, Carmen Giménez Flores, construyó entre 1929 y 1931 un convento, un colegio y remodeló la ermita dedicada a Nuestra Señora de Gádor. La relación afectiva que por circunstancias religiosas y devocionales la Vizcondesa de Termens mantuvo con la patrona virgitana fue enormemente parecida a la que mantuvo con la de la Sierra de Cabra. Hasta tal punto que su labor fue motivo para que la nombraran “Hija Adoptiva” de Berja y que su nombre le fuera dado a una de sus calles principales. En el Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento de Berja, núm. 20, fol.7 se puede leer:

“En la ciudad de Berja a veintiuno de Septiembre de mil novecientos treinta y previa convocatoria, llevada a efecto como regula el artº 126 del Estatuto municipal, se constituyó en sesión extraordinaria el Ayuntamiento pleno con asistencia de los Sres. Concejales relacionados al margen, que por su número representan la mayoría exigida por el artº 129 para tomar acuerdos en primera convocatoria.
El Sr. Alcalde Presidente Don Telesforo González González declaró abierta la sesión manifestando seguidamente, que para perpetuar en esta ciudad el recuerdo de la Exma. Sra. María del Carmen Jiménez, Vizcondesa de Termens, cuya noble dama, sabiendo que el corazón de Berja está en la Ermita de nuestra Virgen de Gádor, ha querido ser un hijo más de esta tierra y, atraída por la devoción popular de los virgitanos, se ha hecho partícipe de ella costeando a sus expensas las importantes obras de un amplio y magnífico Convento residencia de las Monjas Capuchinas Eucarísticas y como celda de Santas, ungidas de paz y sacrificio, fieles guardianas de nuestro mayor Tesoro, y creyendo interpretar el sentir unánime de este Iltmo. Ayuntamiento y de Berja entero y para patentizar de una manera, ostensible e indeleble la gratitud de este pueblo a su bienhechora, proponía a los Sres. reunidos se le declarara Hija Adoptiva de esta ciudad y fuese sustituido el nombre de la Calle Nueva por el de “Vizcondesa de Termens”.
Los Sres. Concejales se apresuraron a hacer suya tan sentidas y sinceras frases del Sr. Alcalde Presidente, acordando unánimemente declarar Hija Adoptiva de esta ciudad a la Excma. Sra. María del Carmen Jiménez y que se coloque el día veinticuatro del actual la lápida que ha de dar el nombre de “Vizcondesa de Termens” a la calle nueva, haciendo entrega por el Sr. Alcalde, a tan distinguida señora de copia literal de esta acta.
Cumplido el único objeto de esta convocatoria el Sr. Presidente levantó la sesión y de lo consignado en la presente, que firman los Sres. que en ella tomaron parte, yo, el Secretario de la Corporación, certifico.”



Resulta curioso comprobar que fruto de todo aquello, hoy se levanta un prestigioso colegio privado concertado que imparte sus enseñanzas desde la Educación Infantil hasta Secundaria, con el mismo aroma que el egabrense de Termens, y en derredor a una ermita que al pie de otra sierra, la de Gádor, cada septiembre, como en Cabra, es cita ineludible para los fieles que acuden en romería para bajar a su Patrona a la ciudad, donde después de permanecer unos días devolverán a su atalaya.

Durante los años veinte y treinta del siglo XX la romería de la Virgen de Gádor contó en numerosas ocasiones con la presencia de su principal benefactora, Carmen Giménez Flores, Vizcondesa de Termens, quien se desplazaba para acudir a sus cultos, en los que ocupaba siempre un puesto de honor.
Lamentablemente, la destrucción provocada en la Ermita de la Virgen de Gádor durante la Guerra Civil y el posterior paso de los años han hecho que los testimonios materiales de la Vizcondesa de Termens en Berja haya pasado a ser un etéreo recuerdo. Pocos saben ya de ella, a simple vista nada refiere de lo que allí aconteció de su mano; sin embargo, como en Cabra, como en Sanlúcar y como en otros tantos lugares sería preciso recuperar su memoria, reconocer su legado y el lugar en la historia a la que por derecho propio pertenece.

Viajando libremente por Europa


Tarjeta manuscrita de 1899 de la infanta Eulalia de Borbón dirigida al que fuera embajador de España en Francia, don Fernando León y Castillo. Este documento que nos hace llegar nuestro buen amigo Santiago García aparece en el epistolario depositado en la Casa-Museo León y Castillo de Telde en Gran Canaria, y en ella se escribe los siguiente:
(…) He sabido que mi marido ha pedido un coupe File para poder circular libremente en compañía de la señorita Carmela Jiménez y Familia y me consta que el Marqués de Novallas, ha contestado a Antonio prometiendo conseguir dicho coupe file…
El “coupe file” era un tipo de salvoconducto o pase oficial que permitía el tránsito libre y sin demoras a su titular en Francia. Y como se demuestra en este curiosa misiva, motivo de enojo de doña Eulalia que veía como de esta forma su marido, Antonio de Orleáns podía viajar libremente en compañía de su amante, mientras ella debía permanecer recluida en casa, sin derechos y viendo dilapidar su fortuna familiar.
Para viajar por Europa a finales del siglo XIX había que solicitar constantes permisos y visados, por lo infrecuente de este tipo de desplazamientos. En esta época en la que ya se podían hacer inumerables trayectos por Europa en ferrocarril apenas se contabilizan unos 10.000 viajeros al año lo que supone una media de apenas 30 al día. Sin embargo Carmela Giménez sería una intrépida viajera que frecuentó las principales capitales del viejo continente como París, Londres, Roma o Estocolmo.

Las fiestas de la Virgen de la Sierra


En estos días septebrinos la ciudad de Cabra se viste de fiesta en honor de la Virgen de la Sierra. Orgullo de los egabrenses, Nuestra Señora María Santísima de la Sierra es seña de identidad de todo un pueblo que año tras año repite la tradición secular de agacharse ante el revuelo de su bandera multicolor al redoble del viejo tambor fernandino.
Las fiestas de la Virgen de la Sierra son las fechas más emotivas y significativas del calendario de los egabrenses, días de alegrías, de reencuentros y añoranzas.
La devoción que Carmen Giménez sentía por la imagen de la Virgen de la Sierra, también fue extraordinaria. Así lo manifestó repetidamente en cartas públicas que se reproducían en la prensa local y con las numerosas aportaciones de donativos, ofrendas y sus colaboraciones en romerías, cultos y cuanto aconteciera en torno a la patrona del pueblo de Cabra.
En 1912, en un acto público donó un manto de terciopelo verde bordado en oro, así como otras telas y alhajas a la imagen de la Virgen de la Sierra. En el acta de la sesión celebrada el 7 de septiembre de ese año, el alcalde de Cabra, José de Silva, notifica por escrito el agradecimiento de la ciudad por “este espléndido donativo”.
Las innumerables ayudas a la cofradía, la remodelación del camarín de la patrona en su ermita, junto a sus constantes colaboraciones y generosos donativos, hicieron que la Cofradía, en justa correspondencia, le distinguiera en 1933 con el nombramiento de "Hermana Mayor Honoraria y Camarera de la Sagrada Imagen".

Los dulces de Pampín


En el dibujo aparece una conocida escena del verano sanluqueño: bañistas que acuden a comprar los famosos dulces de la confitería Pampín, que en carritos tirados por vociferantes vendedores, surcan la playa pregonando su mercancía: "¡Pasteleeeesss, cuñaaasss, carmelas…!".
De origen español, Eddie Pons es un gran dibujante actual, colaborador en periódicos franceses especialmente. Ha trabajado varios años como periodista de France 3 y hoy sus trabajos se publican periódicamente en la Plaza y Le Paysan du Midi. Conocido dibujante taurino, publicó en 2007 "Escenas de Arenas", y también es director de cortometrajes. Pero me llama la atención por ser un enamorado de Sánlucar de Barrameda y por saber captar en sus dibujos la esencia de su mercado, de sus calles, de sus gentes y, como no, de su playa.
Pons retrata esta costumbre de degustar dulces por las tardes. Una costumbre que reconocía el propio infante Antonio de Orleáns en una carta dirigida desde su exilio en Francia a su administrador Antonio Tomás, aunque dejando claro su preferencias en este tipo de repostería:
París 26 febrero 1925
Tomás:
Ayer tarde recibí la caja donde venían las aceitunas, que por cierto tienen un poco el gusto de rancias a pesar de ser hermosas. Venían en la caja un cartón conteniendo bizcohos ordinarios como se encuentran en todas partes y que no es lo que yo le pedí a Ud. que eran bizcotelas y que se conocen bien en Sanlúcar. Sobre todo las de las monjas y no las que hace Pampín y que yo tomaba siempre con chocolate (...)

La Calzada de Sanlúcar


Todas las grandes ciudades de veraneo han contado siempre con un paseo importante, como el de la Concha en San Sebastián, el de los Jardines de Piquío en Santander, o el de los Ingleses en Niza.
La Calzada de Sanlúcar de Barrameda es un hermoso paseo con vistas al final del Coto Doñana y del río Guadalquivir. Como señala el académico Isidro García del Barrio en sus álbumes “Estampas sanluqueñas” fue el gran paseo de las épocas de mayor esplendor del veraneo en esta ciudad; y que tuvieron sus ocasiones principales a principios del siglo, de 1900 a 1906, y entre 1915 y 1925. Entonces Sanlúcar de Barrameda po su veraneo llegó a ser titulada como la “San Sebastián del Sur”.
El paseo sanluqueño de la Calzada, denominada de la Reina Mercedes hasta 1931, tiene su origen en el camino empedrado que unía la playa con la ciudad, y que facilitaba el transporte hasta la Aduana de las cargas desembarcadas por barcas y lanchones.
A partir de 1794, se construyó un paseo peatonal lateral, y en 1901 adquiere la configuración actual con un paseo central, dos carreteras laterales y varios andenes. Concretamente el 20 de agosto de 1901 se inauguraron las obras de remodelación de la Calzada y pasó por allí en procesión la Virgen del Carmen, que haría por primera vez un itinerario por la playa además del marítimo.
A principios del siglo XX, la Calzada de Sanlúcar presentaba un hermoso arbolado, tenía un tranvía que llevaba a los veraneantes a la playa y situados a ambos lados del paseo se disponían kioscos y casetas. En la foto se ve, a la izquierda, el Shanghai de la Infantona junto a otras casetas de casinos y sociedades recreativas.

El pleito del collar


Lo que se conoció como "pleito del Collar" se refiere a la extraña peripecia que aconteció con un histórico collar de perlas que infante don Antonio regaló a la vizcondesa de Termens y su reclamación posterior.
El collar de perlas sería uno de los que poseyera la infanta María Luisa de Borbón, hermana de la reina Isabel II y casada con el duque de Montpensier. En la escritura de testamentaría que otorga a su hijo el infante Antonio en 1898 se relacionan entre las alhajas los siguientes aderezos de perlas:

1. Collar de tres hilos con doscientas catorce perlas néctares.
2. Broche para el mismo gran perla con cerco de brillantes.
3. Brazalete de tres hilos con noventa y cinco perlas y broche gran perla concerco de brillantes.
4. Par de aretes perlas en su estuche.
5. Peineta con once perlas y cerco de brillantes...


Cuando su relación sentimental se rompió en 1914, Antonio de Orleáns acuciado por las deudas presentó en 1919 denuncia por la pérdida del mismo en un juzgado parisino señalando que estaba en poder de la Infantona y que sospechaba que lo guardaba en la caja fuerte de un banco.
Sin embargo, la vizcondesa de Termens declaró que el Infante le vendió en 1904 una parte de las alhajas de su madre, la duquesa de Montpensier. El collar figuraba entre ellas, con 106 perlas y se valoró en 225.000 pesetas, y que el infante lo recobraría en 1905, mediante el pago de la misma suma. Cuatro años después, aquél revendió de nuevo la alhaja a un joyero parisino, que en 1909 se la traspasó a la declarante. Añadía la Vizcondesa que el Infante le administraba sus bienes, hasta que en 1911 hubo de retirarle la autorización por irse ella a casar. El Infante dio su asentimiento, y de su puño y letra redacto el inventario de las alhajas de la Vizcondesa, entre las que figura el collar.
En 1920, el el juez instructor parisino M. Cruz resolvió sobre el pleito del collar. En su fallo reconoce que la vizcondesa de Termens compró el collar de perlas materia de litigio al joyero M. Tonnel, establecido en París en la rue de Paix, 12. Y admite la validez de la compraventa en virtud de la factura presentada de por la cantidad de 150.000 francos, hechos que fueron reconocidos por el propio Infante que también declaró que jamás había estado en su ánimo injuriar, ni calumniar a la Vizcondesa, la que a su juicio había procedido de buena fe y completa lealtad.
Los interesados acataron la resolución del Tribunal y convinieron posteriormente que la Vizcondesa vendiese, de nuevo, el collar al Infante. Así pues quedaba claro, que la Infantona tenía razón cuando afirmaba que era dueña legítima del collar y que la denuncia era una mentira más de Antonio de Orleáns para intentar recuperar parte del patrimonio derrochado.

En las Carreras de caballos de Sanlúcar


Las Carreras de Caballos en las playas de Sanlúcar de Barrameda se remontan a las competiciones informales que desde principios del siglo XIX realizaban los transportistas de pescado. De 1845 data la SOCIEDAD DE CARRERAS DE CABALLOS DE SANLUCAR DE BARRAMEDA y a partir de 1981 cobraran su mayor impulso, al ampliar las jornadas de competición a dos ciclos de tres días e integrarlas en el circuito hípico nacional junto a Madrid, San Sebastián y Sevilla. La singularidad y belleza de esta fiesta deportiva, social y popular la ha llevado a ser mundialmente conocida.
El periodista sanluqueño Joaquín López Barbadillo publicó en 1919 un artículo en EL IMPARCIAL titulado REPORTERISMO PINTORESCO donde describía esta fiesta y la presencia de La Infantona en las Carreras de Sanlúcar hacia 1900, “alegre y bulliciosa” luciendo el famoso y controvertido collar de la familia Orleáns que le regalará don Antonio:

Fue un día de agosto, fue una maravillosa tarde de sol y de carreras, cuando la vi con el collar: joya, en verdad, pasmosa cuyas perlas diluían su luz en el cálido ambiente como un suave regalo de dulce placidez. Yo estaba junto al palco en que ostentaba su espléndido tesoro doña María del Carmen Jiménez Flores Brito y Milla. Doña María del Carmen, con un gracioso orgullo mujeril, con el amor de todas las mujeres a todo cuanto sea realce de su beldad, recibía el homenaje que unos recién llegados rendían- y con razón sobrada para la preferencia, aquella vez – más que el hechizo de la dama hermosa, al valor de la joya. Y decía doña Carmen:
- Es un regalo de él. Realmente es una prenda digna de un guardajoyas imperial. Dicen que sólo hay otra parecida a ella y de semejante valor: es un collar de perlas negras del tesoro de la Corona inglesa... Éste es mejor, quizás... Tiene además, una historia gloriosa. Viene del siglo XVI; lo mandó hacer el César Carlos V, lo lucieron las reinas de Francia y Nápoles; pendió luego del cuello de la mujer de Luis Felipe de Orleáns... Ha brillado en el Trono de tres países... Y allí también brillaba, en aquel palco alegre de gente alegre, aquella tarde alegre, no entre las salvas de los nobles cañones que acompañasen una fiesta regia; pero, a lo menos, entre el jocundo ruido que hacía los taponazos del champán.

ALFREDO REDONDO, SECRETARIO DEL INFANTE


(Claustro de profesores del Instituto de Cabra a principios de siglo XX)

Alfredo Redondo de Trueba había nacido en Cabra (Córdoba) en 1867, hijo de un importante propietario don José Redondo Marqués que llegó a ser alcalde, estudió el bachiller en el Instituto de Cabra y después cursó Derecho en Granada. Buen amigo de la vizcondesa de Termens y por su intermediación solicitó y consiguió en 1904 el empleo de secretario personal de infante Antonio de Orleáns. Su trabajo consistiría en asesorarlo personalmente y para ello su formación de abogado le resultó muy útil, además sería su acompañante habitual en sus numerosos viajes. A poco de entrar a su servicio Alfredo Redondo se ganó la total confianza de su señor y en muchos de estos desplazamientos además acompañaría a la propia Carmen Giménez. Pero poco duraría esta relación con el infante y la vizcondesa, ya que a las puertas del verano de 1908 el abogado egabrense murió de forma sorpresiva a los 42 años de edad, el semanario Apolo (Nº 53 – 15/06/1908) informaba del suceso:

“Nuestro querido amigo, el simpático abogado, Alfredo Redondo como cariñosamente le llamaban sus paisanos ha fallecido en Bolonia (Italia), el martes 9 del actual, donde formaba parte del séquito del Infante D. Antonio, del cual era Secretario particular (...)”

Como señalaba emocionada la crónica periodística, Alfredo Redondo había muerto en la flor de la vida y camino del triunfo que su buena estrella le había deparado. Todos, incluido el infante, pusieron de su parte para cumplir su última voluntad. Su cuerpo debidamente embalsamado fue transportado en tren con todos los trámites diplomáticos cumplidos rumbo a España. A la vuelta del verano, en septiembre, el administrador de infante Manuel Llanes Fuertes realizó la entrega a la familia Redondo de Trueba de las vestimentas, objetos personales y dinero que el finado poseía; así se ponía punto y final a una relación profesional y amistosa entre Carmen Giménez, Antonio de Orleáns y el que fuera su leal secretario.

Teatro y toros en Sanlúcar


A finales del siglo XIX y primeros del XX, Sanlúcar se convirtió en uno de los más importantes destinos de veraneo en España. Llamada la “San Sebastián del Sur”, durante esta época contaba con varios teatros, el llamado Principal situado en la calle del Coliseo, otro llamado Eguilaz situado en las inmediaciones del Paseo Reina María Cristina y el Kursaal instalado en la playa. El Teatro Principal fue construido en 1841 por un importe de 50.000 pesetas por una sociedad de accionistas, tenía cabida para 900 espectadores y fue inaugurado el 1 de julio de 1842. El Teatro Eguilaz, que toma su nombre en honor del escritor costumbrista sanluqueño fue cosntruido en 1877.
De 1900 data la Plaza de toros llamada Coso de El Pino, llamado así por un gran pino que servía de referencia para la navegación en el río Guadalquivir. De dos pisos, asientos , barrera, catorce palcos y con un aforo de 6.000 localidades, fue inaugurada por los matadores Machaquito y Lagartijo Chico, que lidiaron toros de Miura.
En aquellos años se les podía ver juntos a D. Antonio y a la Infantona, en las horas de más concurrencia y asistiendo al teatro y a los toros, tal como reflejaron los periódicos de la época:
“Gordito de Sanlúcar de tabaco y oro, (…) brinda su toro a la distinguida señora doña Carmen Giménez Flores, que ocupa un palco…” (El Toreo, Madrid 9/11/1903)

LA DAMA DEL SHANGHAI


A partir de 1903, año en el que se establecen las condiciones legales para que Antonio de Orleáns y Eulalia de Borbón consiguieran su separación de “cuerpo y bienes”, Carmen Giménez “la Infantona” se relacionará abiertamente con el Infante, compartiendo con él largas estancias, sobre todo las estivales, en la ciudad de la desembocadura del Guadalquivir.
El rechazo que la amante del Infante produjo en la sociedad sanluqueña fue generalizado. A pesar de su belleza y su reconocida simpatía, no fue bien acogida por muchos vecinos de Sanlúcar; por lo que el propio don Antonio de Orleáns para favorecer que se relacionará mejor con sus vecinos, le construyó un kiosco de estilo oriental que se instaló durante muchos veranos en el margen izquierdo, al comienzo del paseo de la Calzada y donde ella dispuso su lugar de aparición en público y de agasajo a las personas que la trataron.
Aquel pabellón de madera que se cerraba con toldos, era de planta cuadrangular y en el centro presentaba una pequeña cúpula poligonal que se remataba de forma cónica. Su estilo y decoración se basaban en formas chinescas, hasta el punto que la gente lo llegaría a conocer como el Shanghai.
Con el paso de los años este curioso kiosco o pabellón se convirtió en un exótico establecimiento comercial titulado como “Gran Café Shanghai”, que después de pasar por varios propietarios desaparecería en los años cuarenta del siglo XX.

El Mausoleo de la Vizcondesa de Termens en la web de la Fundación Benlliure


La Fundación Mariano Benlliure es una institución cultural privada cuyo fin es la investigación, documentación, catalogación, conservación y difusión del patrimonio histórico y artístico del escultor Mariano Benlliure Gil (Valencia, 1862 - Madrid, 1947). Su Patronato está integrado por descendientes de la familia Benlliure, entre los que destaca su Vicepresidenta y Directora, Lucrecia Enseñat Benlliure quien en los últimos tiempos está revitalizando la institución de forma muy notable.
En los últimos días la web oficial de la Fundación Mariano Benlliure se ha hecho también eco del Mausoleo de la Vizcondesa de Termens y su presencia en programas de Radio Nacional de España, en su sección de NOTICIAS

Veraneando a orillas del mar


El veraneo, desde mediados del siglo XIX, se convirtió en una nueva forma de ocio para las clases más pudientes. Al principio como forma terapéutica y ya entrado el siglo XX, sencillamente como una forma de hacer vida social y disfrutar de la larga temporada de vacaciones. Poblaciones como Santander, Biarritz, San Sebastián o Sanlúcar de Barremeda se convirtieron en los mejores lugares en los que pasar el verano. Aristócratas, empresarios, médicos, abogados, financieros, políticos, e incluso artistas formaron una emergente clase social, poco compacta pero con hábitos y formas de vida propias que los definían como grupo social. Uno de estos hábitos comunes era ir a veranear, para ello vestían de forma característica preferentemente de blanco o colores claros y utilizando accesorios como sombrillas, sombreros, abanicos y gafas de sol.
Carmen Giménez Flores y su familia, acompañando en muchas ocasiones al propio Infante Antonio de Orleáns también disfrutaron de esta nueva costumbre y tomaron los reconfortantes “baños de ola” especialmente en la playas de Sanlúcar de Barrameda y de Biarritz. Aunque en esta fotografía extraordinaria y completamente inédita, realizada hacia 1900, quienes aparecen retratados son el Duque de Galliera, Antonio de Orleáns Borbón y el hermano de la Vizcondesa de Termes, José Giménez Flores que se encuentran posando en una playa francesa, muy probablemente Boulogne-sur-Mer a orillas del Canal de la Mancha, cerca de Calais; una playa de moda a finales de siglo y que con tanto acierto llevó al lienzo Edouard Manet en 1869.

La Virgen del Carmen.


Carmen Giménez, mujer de fuertes creencias religiosas, como no gustaba quedarse en nada atrás, procuró granjearse los medios para ir directamente al Cielo, contando, claro está, con la misericordia de Dios. Todas estas buenas obras por hacer se mezclarían además con el vivísimo sentimiento con el que percibía la belleza, y que en la vizcondesa de Termens alcanzará tintes de verdadera actividad creadora.
A un lado de su enterramiento en el actual Mausoleo de su fundación, adosado a la pared se instaló el altar de la Virgen del Carmen de la capilla del cementerio. Se trata de un gran bloque de mármol sostenido por un pedestal del mismo material. Sobre el ara, el tabernáculo horadado en la piedra y en relieve dos parejas de cabezas de ángeles que se esfuman en el bloque pétreo en forma de nube sobre la que surge la imagen sedente de la Virgen con el Niño de pie, que sostiene el escapulario carmelitano en su mano. Bellísima interpretación de una popular iconografía religiosa, tratada con la originalidad, sentido pictórico y delicadeza del mejor Benlliure.

La Vizcondesa en "No es un día cualquiera" de RNE


Numeroso público ha llenado este fin de semana del 9 y 10 de julio el Patio de Cristales del IES Aguilar y Eslava para asistir en directo a la emisión del programa radiofónico que dirige Pepa Fernández «No es un día cualquiera».
Desde primera hora de la mañana se llenaron los asientos por numeroso público formado por personas procedentes de la comarca, como dieron a conocer en el transcurso de los dos programas que fueron seguidos a través de las ondas de RNE e internet y que contó con una audiencia estimada en un millón de oyentes.
Entre las secciones del programa destacó la de Nieves Concostrina: “El conserje, el escritor y la vizcondesa” en la que narró la historia póstuma de tres egabrenses como son el conserje del Instituto, cuyo esqueleto forma parte de los fondos patrimoniales del Museo Aguilar y Eslava, el novelista Juan Valera y la vizcondesa de Termens, Carmen Giménez Flores, de la que destacó simpáticas anécdotas documentadas con el libro “La Infantona” de Salvador Guzmán.

En una cárcel dorada


Tras su incapacitación ordenada por el Rey, el Infante viéndose limitado en su libertad de movimientos, pensó en buscar una salida. Así es como puso su caso en manos del abogado Albornoz, conocido por su filiación republicana (foto). Por otro lado, desde el entorno de la Familia Real se especulaba de la situación mental del Infante. Aconsejado por su abogado, el Infante se sometió a un examen médico por los reconocidos doctores Luis Simarro y su ayudante Gonzalo Rodríguez Lafora, quienes lo examinaron y elaboraron un detallado informe donde se llegaba a la siguiente conclusión:
“(...) en modo alguno han pensado (ni sospechado) en enfermedades nerviosas o mentales. En efecto, semejante sospecha según resulta del reconocimiento y examen ejecutado por los infrascritos firmantes, no estaría de manera alguna justificada, y por lo tanto, NO PODRÍA PONERSE EN DUDA SU CAPACIDAD CIVIL “
Ante esta situación Antonio de Orleáns se rebela y, conociendo la imposibilidad de materializar la venta de sus propiedades en Italia si no comparece personalmente, decide estudiar la manera de salir de España. Para ello contactó a primeros de julio de 1919 con el abogado Alberto Pazos Borrero de Sevilla. La idea de recobrar la libertad se había convertido en una obsesión para el Infante. Antonio de Orleáns desde su residencia de Sanlúcar de Barrameda empezó a cruzar con sus abogados cartas, donde expresaba que su Palacio era como “una cárcel dorada”, en la que se sentía secuestrado, pues no le permitían salir, ni hablar con personas extrañas de las que le custodiaban. En un principio el abogado Albornoz pensó en acudir a la justicia ordinaria para impugnar el decreto de incapacidad, pero pronto se dio cuenta que esta demanda ante los tribunales españoles sería inútil y que lo mejor sería huir de España...

Como en las operetas


“Como en las operetas. La fuga del Infante D. Antonio de Orleáns” titula el periódico El Liberal en su edición del 1 de septiembre de 1919. De "Novelescas aventuras de un infante de España. La fuga de Don Antonio de Orleáns y Borbón” titula el diario El Sol en su primera plana, el 19 de septiembre de 1919. Los hechos acaecidos en “La fuga del Infante D. Antonio” se resumirían así:
A finales del mes de febrero de 1919 el Infante Antonio de Orleáns firmó una escritura de compromiso de venta de parte de sus posesiones en Bolonia, procedentes del legado del ducado de Galliera. Al parecer, estos bienes apenas le rentaban lo necesario para costear los numerosos gastos de su administración. Le habían sido adjudicados por la testamentaría en tres millones de liras, y se había concertado la venta de una parte, en doce millones de liras en efectivo. La escritura de venta definitiva se tendría que firmar en Roma el día 23 de mayo de 1919. A instancias del rey, y con vistas a realizara un informe sobre la situación patrimonial y económica de Antonio de Orleáns y por el cual se decidiría la declaración de incapacidad, en el mes de abril el abogado del rey viajó a Francia y Suiza. El 21 de mayo publicaba la Gaceta el mencionado decreto por el que Alfonso XIII nombraba un “tutor para la guarda de la persona y bienes de mi dicho tío, el infante D. Antonio de Orleáns y Borbón, mientras dure su estado de incapacidad (…)”
Ese mismo día 20, en Roma el abogado del Infante, Gasparri le comunica a su cliente la incapacitación ordenada por el rey de España, y la imposibilidad de realizar la venta convenida, aconsejándole que volviera a España a solicitar la derogación de la disposición ministerial.
El día 24 de mayo el Infante mantuvo una tensa entrevista con el embajador de España en Roma, y al día siguiente marcharía de viaje hacia París, donde le recibió Quiñones de León quién se hace cargo discretamente de su custodia y lo conduce acompañado de dos policías, rumbo a Madrid. Así volvería Antonio de Orleáns a Madrid, donde visitó a su sobrino el Rey, a quien expuso sus quejas por lo sucedido e informó pormenorizadamente de la venta de las posesiones de Galliera y de sus intenciones de invertir el dinero.

la fuga del infante Don Antonio


En 1919 la situación económica del infante don Antonio de Orleáns era tan grave que pretendía vender todo cuanto le quedaba incluido el título del ducado de Galliera y sus bienes en Italia. Sus hijos, especialmente Alfonso, estaban preocupados además por su situación personal.
El 20 de mayo de 1919 el monarca Alfonso XIII firmó un Real Decreto, en el que, usando de la potestad doméstica de la ley nombraba Tutor para la guarda de la persona y bienes del Infante don Antonio de Orleáns y Borbón. De esta manera, creyeron todos los que habían intervenido en este asunto, los infantes Alfonso y Luis Fernando, su madre doña Eulalia y el resto de la Familia Real, incluido el propio Rey, que se resolvería sin escándalos y sin publicidad este problema.
Nada más lejos de la realidad, el duque de Galliera, no sólo desobedeció el mandato del Jefe de la Familia Real Española, sino que provocó una airada respuesta en lo que la prensa dio en llamar sarcásticamente como la "Fuga del Infante Don Antonio" o “La evasión del Infante D. Antonio”. A lo largo del mes de septiembre de 1919, la prensa madrileña, concretamente los periódicos ABC, El Sol, El Imparcial, El Liberal, El Globo, La Ilustración Española, y Nuevo Mundo relataron este suceso que todos calificaron de novelesco o de opereta.

Luis Gómez de Villavedón


Luis Gómez de Villavedón era un brillante militar perteneciente a una ilustre familia castellana. Nacido en Zamora en 1878, era hijo de otro prestigioso hombre de armas, Luis Gómez Villavedón y Setuz que llegó a ser comandante de caballería y secretario militar en la capital zamorana. En 1898, con veinte años, el joven Gómez de Villavedón ingresaba en la Academia de Infantería de Toledo con una de las mejores notas de acceso. Tras su periodo de formación y con el grado de segundo teniente, en 1901, obtendrá su primer destino como oficial instructor de una compañía de reclutas en el madrileño Regimiento de Covadonga. En 1904 contrajo matrimonio con la también ilustre zamorana, Consuelo Cacho, con la que tendrá una hija, Consuelo y dos hijos, Luis y Carlos. En mayo de 1919, el capitán Luis Gómez de Villavedón y Santos juró su cargo de “Gentil Hombre de Entrada” ante el mismo Rey de España. Una alegría enfrentada a la tristeza de haber enviudado semanas antes. Después conocería a Carmen Giménez, vizcondesa de Termens con la que se casaría en 1921, incorporando el mencionado título a sus muchos honores. Para poder estar más cerca de su nueva esposa, en 1923, solicita licencia para el extranjero. Pero con la guerra en Marruecos en su punto más álgido, la presencia de militares profesionales como el capitán Villavedón se iba a hacer inevitable. Formando parte del Regimiento del Rey acudirá a la guerra de África, donde por méritos contraídos en el campo de batalla le llegaría su ascenso definitivo a comandante. En junio de 1925 su último destino en el frente, sería en el regimiento Serrallo de Ceuta.

Una boda aristocrática


El 24 de julio de 1921, Carmen Giménez Flores, vizcondesa de Termens contrajo matrimonio con el capitán de infantería y gentil hombre de S.M. don Luis Gómez de Villavedon y Santos. Una unión que necesitó de Licencia para matrimonio castrense expedida por el Provisorato y Vicaría general de Córdoba, con fecha 14 de julio de ese año y que fue todo un acontecimiento social. Una "boda aristocrática" como la titularon los cajistas del periódico local "La Opinión”.
Señala la crónica que desde muchas horas antes en que estaba anunciada la boda, un inmenso gentío invadía la calle Martín Belda, donde vivía la novia, y la de San Juan de Dios y Plaza Vieja por donde era sabido que iba a pasar la comitiva nupcial. Los balcones de las casas y las aceras de las calles eran insuficientes para contener al público que despreciando el calor que aquel día se daba, aguardaron pacientemente para presenciar tan peculiar evento.
La novia lucía elegante traje de charmeusse adornado con riquísimos encajes de Chantilly, y manto de corte de laga cola; tocando su cabeza con velo negro que sujetaba una espléndida diadema de platino con cinco estrellas de brillantes, además de otras joyas de no menos valor. Terminada la ceremonia, salieron los novios del templo, atestado de público y se dirigieron en automóvil a visitar distintas instituciones benéficas. Todo el trayecto, lo mismo al salir de la iglesia que al terminar las visitas referidas, se desarrolló entre el clamor y los vítores de un inmenso gentío que se apiñaba para ver a los novios. Como broche a tan fastuoso acontecimiento no podían faltar los donativos especiales que recordaran tan señalada fecha y que repartidos por los centros benéficos de la ciudad ascendieron a la importante suma de 2.130 pesetas, además de 1000 kilos de pan repartidos entre los pobres. El nuevo matrimonio partió después para Sevilla de donde marcharían a Sanlúcar de Barrameda donde pasarían lo que faltaba de verano en su magnífica finca. Terminaba el cronista deseando a los esposos una luna de miel eterna, desconociendo que el destino haría que don Luis Gómez muriera “repentinamente” en Alicante, cinco años después, el día 6 del mes de septiembre de 1926.

El Cristo de la Expiración de Termens


La imagen del Cristo de la Expiración data del primer tercio del siglo XX. Se procesiona por primera vez en la Semana Santa de 1928, si bien no lo hizo el Viernes Santo por la noche, si no en la mañana del Sábado Santo al suspenderse la procesión del día anterior a causa de la lluvia. La Vizcondesa de Termens, Carmen Giménez Flores, fue quién costeó la talla y demás enseres de la cofradía, siendo su hermana mayor hasta su muerte en 1938. El paso se conoció también como "el Calvario" ya que formaba grupo con una Dolorosa, San Juan Evangelista y la Magdalena. Tras varias vicisitudes la procesión deja de salir en 1954, si bien por disposición testamentaria de su propietaria, siguió recibiendo culto en la Capilla de la Fundación Termens a cargo de las Hijas de la Caridad. En 1971, un grupo de jóvenes egabrenses forman la actual cofradía, volviéndose a procesionar, ahora, en la madrugada del Jueves Santo.
Actualmente la imagen se encuentran formando parte del patrimonio de la Fundación Termens, al que llegó por el cumplimiento de la cláusula trigésima de su testamento otorgado en Cabra ante el notario Manuel Sánchez González, el 22 de Diciembre de 1937 y donde doña Carmen Giménez Flores expresaba su voluntad de: (...) que la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración que tiene en el oratorio de su casa de la calle Don Martín Belda. número dieciséis de esta ciudad, se traslade a la capilla de la iglesia de la Fundación Escolar Termens, donde se colocará enfrente de su panteón.
Se trata de una obra representativa de la imaginería valenciana del presente siglo y que tuvo en Pío Mollar a uno de sus máximos exponentes. Pío Mollar Franch fue escultor de arte religioso, que al igual que otros grandes artistas de su tiempo contó con taller propio, de los que conocemos en estas fechas (1930) contaba con despacho y talleres en la calle del Norte, P.M. y exposición y venta en la calle Zaragoza, 26 de la ciudad de Valencia. Fue Medalla de Oro, en la exposición de Madrid de 1905 y en la de Méjico de 1910. Falleció tras penosa enfermedad en 1941. Entre sus imágenes realizadas para Andalucía se encuentra la preciosa talla de la Virgen del Rocío de Pasión, conocida como "la novia de Málaga". La imagen del Cristo de la Expiración de Cabra es obra de bella factura tallada en madera y policromada al óleo; representación de género de un Crucificado que presenta la herida del costado derecho, impropia, ciertamente, para un Cristo aún vivo.

Un personaje de novela


La vida de Carmen Giménez transcurrió con normalidad hasta que conociera al Infante de España don Antonio de Orleáns, duque de Galliera. El comienzo de sus relaciones con el primogénito de los duques de Orleáns se debe situar en torno a 1888 y se realizó en la casa madrileña del político egabrense Ulloa y Valera, conocido personaje de la vida social y política de finales del siglo XIX. La familia formada por don Juan Ulloa y Valera y doña Francisca Dávila y Ponce de León, tuvo durante años a su servicio al matrimonio Giménez Flores y, a la muerte de José Giménez en 1876, acogieron en su casa a la pequeña Carmen, procurándole educación, trabajo y protección.
El infante Antonio de Orleáns, aunque casado formalmente con la infanta Eulalia de Borbón, en aquellos años hacía vida de soltero. Su posición y dinero le procuraban una corte de aduladores y alzacolas que lo llevaban de fiesta en fiesta, y en los que alternaba con bellas jóvenes que se disputaban los agasajos de aquel príncipe voluble. Y es que la sociedad de nuestros abuelos admitía la vida airada con bastante naturalidad, a pesar de la general hipocresía que gobernaba los asuntos morales. La "entretenida", la "protegida", es mujer de condición humilde que bajo la protección de un hombre rico hacía de esa situación una forma de ascenso social. En 1897 el eximio escritor egabrense don Juan Valera en una carta dirigida a su buen amigo don Juan Moreno Güeto, agradece las curiosas noticias que le da sobre esta mujer:
Madrid 12 de Febrero 97
Sr. Don Juan M. Güeto
Mi querido amigo y tocayo: Con mucho gusto recibí, días ha, la carta de Vd. del 3, y la curiosas noticias que en ella me daba acerca de la vida y costumbres, variadas andanzas y lances de amor y fortuna de la Poyata y de la Sanroqueña, tipos castizos y originales que podrán un día servirme para escribir interesantes novelas.

El Infante D. Antonio


En 1919, el periodista Gómez Carrillo publica en ABC: “La vida parisiense. En el tren con el infante D. Antonio”, y con la cuidada prosa que le valió ser llamado "príncipe de los cronistas" describe un encuentro con el infante y donde retrata la personalidad de Antonio de Orleáns y Borbón:
“(...) Su rostro a la vez risueño y altivo, iluminado por dos hermosos ojos muy pálidos, tenían algo de muy doloroso, de muy amargo. Su traje era tan sencillo, que a no ser por la roseta roja que adornaba la solapa de su americana, nada habría indicado en él a un hombre de clase superior.”
En el artículo se reproduce la conversación mantenida entre el periodista y el infante, y cuando hablan de las ideas democráticas de la nobleza, don Antonio afirma:
- Yo soy demócrata de corazón, demócrata de mi vida.
Hubo un corto silencio, durante el cual los labios del príncipe se crisparon.
Luego, con voz sorda, agregó.
- Si yo no fuera tan demócrata, no me habría pasado nada de lo que me ha pasado.
- En seguida otro silencio más largo, mucho más largo, uno de esos silencios que parecen definitivos, y durante los cuales hasta la expresión del rostro diríase que calla, de tal modo permanece extraño a lo que le rodea.
(...) Pero no sé por qué, aquel hombre (...) se me antojaba sincero en su amor de igualdad social Era tan familiar, tan suave, tan modesto. Además se veía que llevaba hondas penas en el alma...
(...) Lo cierto es que durante la cena, y después de la cena, en las largas horas de la velada del tren me habló con ingenua melancolía de lo que había sido su existencia de eterno explotado, eterno engañado...
En otro momento confiesa:
- Yo no creo en el rango. He visto cosas...
No nada de rango. Lo que me interesa es vivir mi vida, a mi manera, rodeado de obras bellas entre artistas...

Después de una azarosa vida, su últimos años los pasó en su confinamiento parisino de Neuilly-Sur Seine en las afueras de París, donde fruto de una penosa enfermedad la muerte le sobrevino el día de Nochebuena de 1930, prácticamente solo. Al no haber expresado el finado su interés por el lugar de su enterramiento se dispuso que, como le correspondía legalmente por su rango, su cuerpo fuera trasladado a España para recibir sepultura en el Monasterio de El Escorial. Hasta la llegada de su hijo Alfonso desde Madrid el cuerpo fue instalado en la iglesia española de la rue de la Pompe, en el barrio de Passy.Como el domingo no se podían celebrar funerales, su sepelio se ofició el lunes 29 de diciembre. Después de los solemnes funerales en su honor y la ceremonia de la entrega tradicional hecha por miembros de la compañía de Monteros de Espinosa de la Guardia Real a la comunidad agustina. El cuerpo encerrado en un sencillo ataúd cubierto de flores fue conducido y depositado en el recinto marmóreo del Pudridero de los Infantes, dónde sólo está permitida la entrada a los frailes agustinos del Monasterio de San Lorenzo.
Con motivo del fallecimiento del Infante la Corte vistió de luto durante dos meses, el primero riguroso y el segundo de alivio.

Infantona en Sanlúcar


Durante un viaje a Cuba y posterior visita a Estados Unidos para asistir a la Exposición Universal de Chicago de 1893 como representante de la Familia Real Española, Eulalia de Borbón descubrió lo que era un secreto a voces, las relaciones que su marido, Antonio de Orleáns mantenía con una joven cordobesa llamada Carmela.
Carmela Giménez a la que había conocido en Madrid sobre 1888, llegó por primera vez a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1895. Desde un primer momento, los establecimientos sanluqueños observaron que todas las compras realizadas por la señorita Giménez eran cargadas en la cuenta del Palacio de S.A.R. Y pronto despertaría el rumor público de que aquella joven amante del Infante era en realidad una desconocida actriz de teatro, comediante o bailarina y la gentes del pueblo empezaron a referirse a ella llamándola “la Infantona”.
En pocos años Carmela Giménez, la Infantona, se convierte en una rica hacendada que a sus propiedades urbanas de varias casas suma la histórica finca de El Botánico y otras propiedades agrícolas como la viña de El Maestre, y la bodega llamada de San Juan de Dios situada en el Barrio Alto. Y lo más importante, viendo cumplido su sueño, habitar y vivir maritalmente con el Infante D. Antonio en la Casa Palacio Orleáns-Bórbón en Sanlúcar de Barrameda, ejerciendo en ella el absoluto dominio de su régimen como señora y ama de la casa. Por las calles y paseos de Sanlúcar de Barrameda se les podía a ver juntos en las horas de más concurrencia, asistiendo juntos a los toros y al teatro, y utilizando para desplazarse los coches de caballos de Palacio, con las armas reales de las casas de Orleáns y Borbón. De esta forma “escandalosa” para muchos pasearon Antonio y Carmela su amor por todas partes, situación que terminó levantando las iras de la esposa del Infante, Dª Eulalia.

El título de Vizcondesa


En 1907, se inicia la rehabilitación del título de Vizconde de Termens, que comienza por la confección del árbol genealógico de la familia Brito. El origen del vizcondado de Termens se encuentra en que los primeros títulos que hubo en el Principado de Cataluña después de la Reconquista, con las denominaciones de Condes, Vizcondes, Nobles y Vervesores. Es opinión aceptada como probable que cuando Carlomagno conquistó parte de Cataluña, la dividió al igual que hizo con Aquitania, en nueve condados, dando a cada uno un vizcondado, una noblía y una vervesoría, quedando así creados nueve condes e igual número de vizcondes, nobles y vervesores. El séptimo de esos nueve primitivos condados fue el Urgel (Lérida) y el noble designado para él se tituló "Noble de Termens". Don Gregorio de Brito Carvahlo, nacido en Évora en 1600, fue general de artillería en el Principado de Cataluña, durante el reinado de Felipe IV y siendo Gobernador militar de la plaza de Lérida, en reconocimiento a los servicios prestados a la Corona por la rendición del conde de Ancourt de la plaza de Termens, en 1648 con motivo de la guerra general entre Francia y España por el control del Principado de Cataluña (1639-1659), se le otorgó el título de Vizconde de Termens.
El I Vizconde de Termens, Gregorio Brito, falleció el 6 de abril de 1648, siete días después a la concesión del título, y desde esa fecha no volvió a ser utilizado el citado título por ninguno de sus descendientes hasta que en 1907 doña Mª Carmen Giménez Flores y Brito y Milla inicia su rehabilitación.
Según la documentación recopilada entre 1907, 1908 y 1909 por don Luis Rubio y Ganga, Rey de Armas de S.M. Alfonso XIII, y después de haber analizado 83 partidas Sacramentales, diversos documentos de otros géneros, notas y extractos para la confección del árbol genealógico de la familia Brito, se procedió al estudio detallado de las relaciones de parentesco que pudieran tener los individuos de ellos mencionados con don Gregorio de Brito, primer Vizconde de Termens y con doña María del Carmen Giménez Flores, que es a quien correspondía el documento de fecha más reciente, llegando a la conclusión que doña Carmen Giménez Flores y Brito y Milla era descendiente directa de don Gregorio Brito y por tanto acreedora a ostentar dicho título, sin perjuicio de terceros de mejor derecho. Tras este informe, con fecha 17 de diciembre de 1909 se expide Real Carta de sucesión en el título de II Vizcondesa de Termens a favor de doña Carmen Giménez y el 10 de enero de 1910 se expide Certificación Real por S.M. don Alfonso XIII de Borbón para el uso de su escudo de armas tanto en grabados como joyas, enseres, etc., por ella y sus descendientes. El título fue legado a su muerte, a su sobrina-nieta doña María de las Mercedes Von Schmiterlow Jiménez. El día 10 de enero de 1944, Mercedes Von Schmiterlow Jiménez elevó Instancia a la Diputación y Consejo Permanente de la Grandeza de España, solicitando la sucesión en el título. El día 2 de febrero de 1944, el Duque de Alba, como Decano Presidente de la Grandeza de España, le comunica que puede usarlo de forma circunstancial, y el entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, el 5 de junio de 1953, expidió la Carta de Sucesión del título de Vizconde de Termens a favor de doña María de las Mercedes Von Schmiterlow, quien lo ostentó hasta su fallecimiento en 1991. Por decisión testamentaria, dicho título recae actualmente sobre su hijo primogénito don José María Muñiz Von Schmiterlow, quien inició el expediente de sucesión directa el día 20 de abril de 1992, en instancia dirigida a S.M. el Rey Don Juan Carlos I, y el 18 de noviembre de 1992 efectuó el pago de los derechos Reales según Real Decreto 3494/ 1981 de 29 de diciembre, para la obtención de la Real carta de sucesión.