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ALFREDO REDONDO, SECRETARIO DEL INFANTE


(Claustro de profesores del Instituto de Cabra a principios de siglo XX)

Alfredo Redondo de Trueba había nacido en Cabra (Córdoba) en 1867, hijo de un importante propietario don José Redondo Marqués que llegó a ser alcalde, estudió el bachiller en el Instituto de Cabra y después cursó Derecho en Granada. Buen amigo de la vizcondesa de Termens y por su intermediación solicitó y consiguió en 1904 el empleo de secretario personal de infante Antonio de Orleáns. Su trabajo consistiría en asesorarlo personalmente y para ello su formación de abogado le resultó muy útil, además sería su acompañante habitual en sus numerosos viajes. A poco de entrar a su servicio Alfredo Redondo se ganó la total confianza de su señor y en muchos de estos desplazamientos además acompañaría a la propia Carmen Giménez. Pero poco duraría esta relación con el infante y la vizcondesa, ya que a las puertas del verano de 1908 el abogado egabrense murió de forma sorpresiva a los 42 años de edad, el semanario Apolo (Nº 53 – 15/06/1908) informaba del suceso:

“Nuestro querido amigo, el simpático abogado, Alfredo Redondo como cariñosamente le llamaban sus paisanos ha fallecido en Bolonia (Italia), el martes 9 del actual, donde formaba parte del séquito del Infante D. Antonio, del cual era Secretario particular (...)”

Como señalaba emocionada la crónica periodística, Alfredo Redondo había muerto en la flor de la vida y camino del triunfo que su buena estrella le había deparado. Todos, incluido el infante, pusieron de su parte para cumplir su última voluntad. Su cuerpo debidamente embalsamado fue transportado en tren con todos los trámites diplomáticos cumplidos rumbo a España. A la vuelta del verano, en septiembre, el administrador de infante Manuel Llanes Fuertes realizó la entrega a la familia Redondo de Trueba de las vestimentas, objetos personales y dinero que el finado poseía; así se ponía punto y final a una relación profesional y amistosa entre Carmen Giménez, Antonio de Orleáns y el que fuera su leal secretario.

Teatro y toros en Sanlúcar


A finales del siglo XIX y primeros del XX, Sanlúcar se convirtió en uno de los más importantes destinos de veraneo en España. Llamada la “San Sebastián del Sur”, durante esta época contaba con varios teatros, el llamado Principal situado en la calle del Coliseo, otro llamado Eguilaz situado en las inmediaciones del Paseo Reina María Cristina y el Kursaal instalado en la playa. El Teatro Principal fue construido en 1841 por un importe de 50.000 pesetas por una sociedad de accionistas, tenía cabida para 900 espectadores y fue inaugurado el 1 de julio de 1842. El Teatro Eguilaz, que toma su nombre en honor del escritor costumbrista sanluqueño fue cosntruido en 1877.
De 1900 data la Plaza de toros llamada Coso de El Pino, llamado así por un gran pino que servía de referencia para la navegación en el río Guadalquivir. De dos pisos, asientos , barrera, catorce palcos y con un aforo de 6.000 localidades, fue inaugurada por los matadores Machaquito y Lagartijo Chico, que lidiaron toros de Miura.
En aquellos años se les podía ver juntos a D. Antonio y a la Infantona, en las horas de más concurrencia y asistiendo al teatro y a los toros, tal como reflejaron los periódicos de la época:
“Gordito de Sanlúcar de tabaco y oro, (…) brinda su toro a la distinguida señora doña Carmen Giménez Flores, que ocupa un palco…” (El Toreo, Madrid 9/11/1903)

LA DAMA DEL SHANGHAI


A partir de 1903, año en el que se establecen las condiciones legales para que Antonio de Orleáns y Eulalia de Borbón consiguieran su separación de “cuerpo y bienes”, Carmen Giménez “la Infantona” se relacionará abiertamente con el Infante, compartiendo con él largas estancias, sobre todo las estivales, en la ciudad de la desembocadura del Guadalquivir.
El rechazo que la amante del Infante produjo en la sociedad sanluqueña fue generalizado. A pesar de su belleza y su reconocida simpatía, no fue bien acogida por muchos vecinos de Sanlúcar; por lo que el propio don Antonio de Orleáns para favorecer que se relacionará mejor con sus vecinos, le construyó un kiosco de estilo oriental que se instaló durante muchos veranos en el margen izquierdo, al comienzo del paseo de la Calzada y donde ella dispuso su lugar de aparición en público y de agasajo a las personas que la trataron.
Aquel pabellón de madera que se cerraba con toldos, era de planta cuadrangular y en el centro presentaba una pequeña cúpula poligonal que se remataba de forma cónica. Su estilo y decoración se basaban en formas chinescas, hasta el punto que la gente lo llegaría a conocer como el Shanghai.
Con el paso de los años este curioso kiosco o pabellón se convirtió en un exótico establecimiento comercial titulado como “Gran Café Shanghai”, que después de pasar por varios propietarios desaparecería en los años cuarenta del siglo XX.

El Mausoleo de la Vizcondesa de Termens en la web de la Fundación Benlliure


La Fundación Mariano Benlliure es una institución cultural privada cuyo fin es la investigación, documentación, catalogación, conservación y difusión del patrimonio histórico y artístico del escultor Mariano Benlliure Gil (Valencia, 1862 - Madrid, 1947). Su Patronato está integrado por descendientes de la familia Benlliure, entre los que destaca su Vicepresidenta y Directora, Lucrecia Enseñat Benlliure quien en los últimos tiempos está revitalizando la institución de forma muy notable.
En los últimos días la web oficial de la Fundación Mariano Benlliure se ha hecho también eco del Mausoleo de la Vizcondesa de Termens y su presencia en programas de Radio Nacional de España, en su sección de NOTICIAS

Veraneando a orillas del mar


El veraneo, desde mediados del siglo XIX, se convirtió en una nueva forma de ocio para las clases más pudientes. Al principio como forma terapéutica y ya entrado el siglo XX, sencillamente como una forma de hacer vida social y disfrutar de la larga temporada de vacaciones. Poblaciones como Santander, Biarritz, San Sebastián o Sanlúcar de Barremeda se convirtieron en los mejores lugares en los que pasar el verano. Aristócratas, empresarios, médicos, abogados, financieros, políticos, e incluso artistas formaron una emergente clase social, poco compacta pero con hábitos y formas de vida propias que los definían como grupo social. Uno de estos hábitos comunes era ir a veranear, para ello vestían de forma característica preferentemente de blanco o colores claros y utilizando accesorios como sombrillas, sombreros, abanicos y gafas de sol.
Carmen Giménez Flores y su familia, acompañando en muchas ocasiones al propio Infante Antonio de Orleáns también disfrutaron de esta nueva costumbre y tomaron los reconfortantes “baños de ola” especialmente en la playas de Sanlúcar de Barrameda y de Biarritz. Aunque en esta fotografía extraordinaria y completamente inédita, realizada hacia 1900, quienes aparecen retratados son el Duque de Galliera, Antonio de Orleáns Borbón y el hermano de la Vizcondesa de Termes, José Giménez Flores que se encuentran posando en una playa francesa, muy probablemente Boulogne-sur-Mer a orillas del Canal de la Mancha, cerca de Calais; una playa de moda a finales de siglo y que con tanto acierto llevó al lienzo Edouard Manet en 1869.

La Virgen del Carmen.


Carmen Giménez, mujer de fuertes creencias religiosas, como no gustaba quedarse en nada atrás, procuró granjearse los medios para ir directamente al Cielo, contando, claro está, con la misericordia de Dios. Todas estas buenas obras por hacer se mezclarían además con el vivísimo sentimiento con el que percibía la belleza, y que en la vizcondesa de Termens alcanzará tintes de verdadera actividad creadora.
A un lado de su enterramiento en el actual Mausoleo de su fundación, adosado a la pared se instaló el altar de la Virgen del Carmen de la capilla del cementerio. Se trata de un gran bloque de mármol sostenido por un pedestal del mismo material. Sobre el ara, el tabernáculo horadado en la piedra y en relieve dos parejas de cabezas de ángeles que se esfuman en el bloque pétreo en forma de nube sobre la que surge la imagen sedente de la Virgen con el Niño de pie, que sostiene el escapulario carmelitano en su mano. Bellísima interpretación de una popular iconografía religiosa, tratada con la originalidad, sentido pictórico y delicadeza del mejor Benlliure.

La Vizcondesa en "No es un día cualquiera" de RNE


Numeroso público ha llenado este fin de semana del 9 y 10 de julio el Patio de Cristales del IES Aguilar y Eslava para asistir en directo a la emisión del programa radiofónico que dirige Pepa Fernández «No es un día cualquiera».
Desde primera hora de la mañana se llenaron los asientos por numeroso público formado por personas procedentes de la comarca, como dieron a conocer en el transcurso de los dos programas que fueron seguidos a través de las ondas de RNE e internet y que contó con una audiencia estimada en un millón de oyentes.
Entre las secciones del programa destacó la de Nieves Concostrina: “El conserje, el escritor y la vizcondesa” en la que narró la historia póstuma de tres egabrenses como son el conserje del Instituto, cuyo esqueleto forma parte de los fondos patrimoniales del Museo Aguilar y Eslava, el novelista Juan Valera y la vizcondesa de Termens, Carmen Giménez Flores, de la que destacó simpáticas anécdotas documentadas con el libro “La Infantona” de Salvador Guzmán.