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Confidencias matrimoniales de Antonio de Orleáns


Comenzaremos este nuevo año 2013 aportando nuevos datos y reflexiones a este blog, en las próximas entradas reseñaré un documento inédito en detalles y contenido, el diario que Antonio de Orleáns tituló “Historia desde el día de mi casamiento” y que Vicente González Barberán, historiador y responsable durante muchos años del Archivo Orleáns-Borbón de Sanlúcar de Barrameda nos señaló como una suerte de autobiografía escrita por el infante de su puño y letra a mediados de 1900. Un interesantísimo documento que refleja el espionaje sometido a la infanta por parte de su esposo con el fin de descubrir sus infidelidades, con vistas a su utilización como prueba acusatoria en la causa de su separación. En mi opinión, en “Historia desde el día de mi casamiento” el infante don Antonio expone su punto de vista en lo que respecta al papel de su esposa, Eulalia de Borbón, en dicho fracaso matrimonial y que siempre se tuvo en poca consideración.

Según Orleáns, las infidelidades por parte de su esposa se sucedieron desde los primeros tiempos del matrimonio. Sin embargo, reconoce que hasta 1889 su matrimonio “no fue del todo mal”, aunque cuando el primer jubileo de la Reina Victoria en Londres, en junio de 1897, recuerda una penosa escena que protagonizó a causa de lo que él llama un flirt (coqueteo) de su mujer con un príncipe extranjero.

Después señalará con todo lujo de detalles la relación que arrancaría en 1896 con el que sería amante oficial de su mujer, el Conde George Jametel. Y resulta especialmente curioso y ruín el comentario sobre el despido laboral de un profesor de sus hijos en 1898, cuando él disfrutaba de un viaje de recreo a Turquía acompañado, claro está, de su también amante oficial, Carmela Giménez. En cualquier caso, tanto este relato autobiográfico de Orleáns, como los conocidos libros escritos posteriormente por Eulalia de Borbón, demuestran que su historia matrimonial sujeto a la conveniencia política fue un rotundo fracaso.

Este diario que trascribiremos y analizaremos íntegramente en próximas entregas, es en realidad una donación a doña Beatriz de Orleáns-Borbón de la Condesa Germana Morelli di Popolo, hija del abogado de don Antonio en Bolonia, que durante años lo mantuvo archivado como “muy reservado”. Gracias a Massimo Zancolich estudioso boloñés especialista en historia y archivística, que visitó en varias ocasiones Sanlúcar de Barrameda se consiguió en 2002 la donación de este documento al Archivo Orleáns-Borbón. Por último, me gustaría reiterar, una vez más, mi agradecimiento a María Dolores Rodríguez Doblas y a Manuel Ruiz Carmona como responsables del Archivo de El Botánico, que me lo facilitaron en su día (2010).