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La mesa del “LA”, regalo de boda de un rey loco.


Luis II de Baviera, ha pasado a la historia por sus excentricidades, que fueron llevadas al cine por Luchino Visconti y por la construcción delirante de castillos, que sirvieron de inspiración al mismísimo Walt Disney.

Luis Otón Federico Guillermo de Baviera, nacería un 25 de agosto de 1845 en Múnich, hijo del rey Maximiliano II de Baviera y de María de Prusia

De una esmerada educación en la que tuvieron una especial importancia las enseñanzas artísticas, con tan sólo 19 años subiría al trono.

Por su extraña personalidad, Luis II se ganaría el apelativo del “Rey loco”. Y es que en su deseo de mantenerse alejado de la realidad mundana que le rodeaba, se refugió en la búsqueda obsesiva de la belleza. Un sueño al alcance de su mano cuando descubriera en 1861, a Richard Wagner y su extraordinario universo musical.

Convertido en el mecenas del músico alemán y su principal admirador, cuando el monarca se vio obligado a desterrar a Wagner, bajo las acusaciones de interferencias en política, su único consuelo fue construir un mundo imaginario de castillos de hadas. 

Arruinado tras la creación de palacios imposibles, el monarca pasó sus últimos años recluido en el precioso Castillo de Neuschwanstein, hasta que sus familiares y las instancias políticas bávaras decidieron destituirle en 1886, lo que le llevaría inmediatamente al suicidio. 

El entusiasmo romántico y el ímpetu artístico de Luis II, no conocieron límites. 

En sus obsesiones, llegó a interesarse por el misterio de la nota “la”, única nota musical que el diapasón, en aquella época, no conseguía emitir con nitidez.

Musicalmente, la nota “la” es usada como referencia de altura para las otras notas en una orquesta. Pero esta altura ha ido variando a lo largo del tiempo; hasta la mitad del siglo XX cada país adoptaba una frecuencia de diapasón diferente de la nota “la”. 

Conocedor de estas circunstancias, el rey de Baviera, con la ayuda de ingenieros y músicos, consiguió diseñar una mesa de mármol rojo con masa y forma perfectamente estudiadas, que al ser golpeada emitía, con sorprendente claridad y precisión, la nota “la”.

Con ocasión del enlace real celebrado en Madrid el 23 de enero de 1878, entre Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans, como regalo a la boda más romántica del siglo, el rey Luis II de Baviera, mandaría a Sevilla una de las seis mesas que se fabricaron con esta sorprendente propiedad musical. 

Desde aquellos días, la hermosa y enigmática mesa permanecería en el legendario y sevillano Palacio de San Telmo. El palacio maldito de los Montpensier, que define el escritor y periodista Paco Robles, como el lugar donde los duques sufrieron la condenación que les acompañaría toda su vida. Cuando Sevilla era una "Corte Chica", desde donde don Antonio de Orleans conspiraba contra su cuñada, la reina Isabel II y competía con los protocolos de su villa y corte. 

Después, durante años, esa misteriosa mesa serviría para afinar el órgano de la Catedral de Sevilla; así lo haría, desde 1940, el canónigo organista, Ángel Urcelay y otros músicos hispalenses, que tuvieron un especial aprecio por aquel misterioso mueble. 

Fueron muchos los expertos que peregrinaron hasta Sevilla y llamaron a las puertas del palacio, convertido en Seminario Mayor de San Telmo, para conocer aquel extraño objeto. 

Una mesa marmórea y musical, que como escribía en las páginas de ABC, Francisco Rubiales, fue reclamada en los años previos de la Expo del 92, por algunos sevillanos con escrúpulos artísticos y conciencia ciudadana, que se dirigieron a las autoridades para dar la voz de alerta ante la situación lamentable en la que debería estar aquella obra perdida en la vieja mansión, que se reconvertiría en sede principesca de la Presidencia de la Junta de Andalucía.

El objetivo, no era sólo evitar que aquella enigmática mesa quedara dañada de manera irreversible por el estado ruinoso en que entonces estaba convertido el palacio, sino algo más ambicioso y noble, de rescatarla, de reconocerle su valor histórico-artístico

Como me recordaba hace poco mi buen amigo Antonio Petit Gancedo, pronto se cumplirán 140 años de que llegara a Sevilla la curiosa mesa del “la”, regalo de boda de un rey loco, ... y nada se sabe, hoy, de aquel mueble romántico y maravilloso.













  

El espacio televisivo La Barbería, un rincón para la memoria...



El lunes, 2 de octubre, participé una vez más, y ya van cinco, en el espacio televisivo La Barbería de la televisión local Videoluc de Lucena (Córdoba).


Mi buen y admirado amigo, Juan Parejo Pineda, me requería para que le comentara mis últimos trabajos y proyectos, junto a otros cuatro amigos de Lucena, con los que formamos una magnífica tertulia.

Sin duda, La Barbería, es un programa diferente, genuino, auténtico, de ahí su éxito y el que lleve casi veinte años en antena. Y como ya he comentado en otras ocasiones, del que me sigue sorprendiendo la naturalidad y simpatía en su forma de hacer televisión.


Actualmente, el maestro peluquero vestido con su clásica chaquetilla blanca y armado con peine y tijeras, está encarnado por Pepe García Amaro, que representa al entrañable personaje que hizo Patricio y años antes el conocido Pedro “Sisipuchi”.


Pepe el Barbero, es todo un artista de la peluquería masculina y que ayuda al presentador a introducir las entrevistas, que terminan en desenfadada conversación.





Pero en esta ocasión, lo que más me ha gustado del espacio televisivo La Barbería, es que se ha transformado en un auténtico banco de la memoria de nuestros mayores, que con toda naturalidad cuentan cómo era la vida, no hace tanto tiempo.

A menudo recordamos con nostalgia cuando de niños escuchábamos, encantados y atentos, las historias que nos relataban nuestros padres y abuelos. Estos recuerdos forman parte de nuestra identidad. Estas historias recordadas son fruto de la experiencia, nos sirven de ejemplo y además revalorizan nuestras costumbres y formas de ser.

Juan Parejo y su Barbería se han convertido en buscadores y defensores de la memoria, en actualizadores de un mundo recordado, casi perdido y fascinador. 

Si un banco de la memoria es un lugar donde se conservan y comparten los recuerdos de personas mayores, La Barbería de Juan Parejo, además de un singular espacio televisivo, es un auténtico banco de recuerdos, un rincón para la memoria…



La Fundación Escolar Termens


El gran proyecto de Carmen Giménez, vizcondesa de Termens y por el que más se le se le seguirá recordando, es sin duda la creación del centro escolar que lleva su nombre.

Mientras que la enseñanza secundaria tuvo en Cabra unas condiciones excepcionales para su desarrollo al contar con medios poco comunes para poblaciones que no fuesen capitales de provincia como fueron el Instituto de Segunda Enseñanza “Aguilar y Eslava” y su Real Colegio de la Purísima Concepción. La enseñanza primaria, por el contrario, se encontraba con unas instalaciones pésimas y lamentablemente dotadas. La enseñanza primaria de carácter público se impartía en casas alquiladas por el ayuntamiento, que carecían de las mínimas condiciones para el ejercicio de la docencia y en las que literalmente se amontonaban los niños que acudían.[1]



La Fundación Escolar Termens, por tanto, sucedería en el tiempo a otras del siglo XIX como la de Obra Pía, la Escuela de la Sociedad de Amigos del País y la Escuela Normal, que trataban de mantener y fortalecer una instrucción pública y popular. Sus precedentes los encontramos en el grupo escolar llamado del Niño Jesús, también Niño Jesús de Praga, un colegio de párvulos que regentaban en Cabra las Hijas de la Caridad desde 1904.

La educación egabrense notablemente deteriorada durante el primer cuarto del siglo XX,  tenía en el Colegio del Niño Jesús ubicado en el antiguo hospital de beneficencia del desaparecido convento de Santo Domingo, un refugio que procuraba una educación infantil,  prácticamente desasistida del apoyo estatal. En sus dependencias que ocupaban parte de la planta baja del edificio que fue hospital, se reunían cerca de doscientos niños y niñas que recibían las primeras enseñanzas de manos de un puñado de religiosas sin apenas medios, pero que  contaban, al menos, con el elogio de las autoridades. Así en junio de 1907,  la junta local de 1ª enseñanza asiste a  los exámenes verificados en la escuela de párvulos bajo la dirección de la Hijas de San Vicente de Paúl, y hace consignar en el acta que levantan:

(...) su asombro ante los portentosos frutos cosechados para la enseñanza popular por las religiosas encargadas de la instrucción y educación de tan tiernos alumnos, y muy singularmente por la Directora Sor Antonia Illa, cuya ilustración y celo incomparables son dignos de los mayores elogios, y legítimo orgullo y ornato de la Sta. Institución a la que pertenece.[2]


El proyecto de grupo escolar donación de la vizcondesa de Termens data de 1930. Esta nueva y gran empresa estaría dirigida, como tantas otras, por el arquitecto Enrique Daverio y consistiría en la construcción de un edifico principal y otros secundarios como dependencias de un centro educativo, situados en una espléndida huerta que a tal efecto adquirió Carmen Giménez. De igual forma se construiría una capilla donde se instalaría el mausoleo con todos sus elementos escultóricos y decorativos, y parte de la verja que la rodeaba en el cementerio, así como otras obras artísticas encargadas al efecto.

El periódico local El Popular publicaba el 3 de diciembre de 1930, un artículo sobre el comienzo de las obras en la Fundación Escolar Termens y en él que se relatan las razones que llevaron a doña Carmen Giménez a emprender tan encomiable empresa:

(...) Pero un día, una distinguida dama egabrense visitaba, en una de sus constantes muestra de caridad y amor al desvalido, nuestro hospital de beneficencia particular, y como tantas otras veces prodigó el consuelo a los desgraciados, entregándole al mismo tiempo donativos y obsequios. Había recorrido sus dependencias. Había visto su marcha y sus necesidades. Había visto sus escuelas. donde la caridad de las madres, llevaba la enseñanza a multitud de niños. Y había oído también de labios de aquellas monjitas que con todo amor se consagraban al cuidado del niño, frases amargas, tristeza dolorosa, de las amenazas que se cernían sobre aquella misión cultural.
La autoridad era la amenaza. Corrían rumores de que la autoridad, esa autoridad que tiene unas escuelas junto a una cárcel, y que permite la enseñanza en un tercer piso de un edificio ruinoso, cerraría el edificio -¡oh magnífica paradoja!- por no reunir condiciones. Y así era en efecto, si pensaban en el ejemplo de Aguilar y Eslava donde nuestras autoridades nunca jamás se miraron.
Y la dama que consoló a los enfermos en su dolor, consoló a las monjitas en su tristeza.
Tendréis unas escuelas modelo, fue la frase rotunda y prometedora que en aquella entrevista pronunció la ilustre visitante Vizcondesa de Termens.
... Y la palabra de la Vizcondesa se cumplió. El lunes pasado, artistas egabrense comenzaron la tarea de levantar la obra que será gigantesca más que por la materia por el espíritu que la anima.
Sobre un huerto, adquirido expresamente para este objeto la gracia florentina de un arquitecto ilustre, D. Enrique Daverio, ha trazado los planos de esta fundación admirable. De dos pisos constará el edificio. En planta baja se construirán pedagógicamente las aulas, y al decir pedagógicamente huelga decir que estarán dotadas de lo que se preceptúa en cuanto a ventilación y mobiliario por la pedagogía moderna. En la misma planta los lavabos y servicios sanitarios; la dirección, dependencias auxiliares y la capilla y panteón de la fundadora, donde más predomina el sabor al estilo florentino. Y en la planta alta las dependencias particulares de las Monjas.
Y junto a ello, en jardines y en parques de recreo para niños y niñas, la canción del agua que rimará con la canción de gratitud de los que, por impulso generoso de la dama ilustre, recibirán el sagrado pan del saber.
El lunes, dijimos, se dio el primer picotazo. En el nuevo y pintoresco barrio de la Electra se alzará el edifico bajo al dirección del maestro egabrense don Rafael Luque, que ha salido triunfante en el concurso de adjudicación de la contrata, donde concurrieron casas importantes de Madrid. Y su amor al pueblo. Y su amor de artista lo pondrá al servicio de esta obra grande para dar cabal interpretación a los planos magníficos.
Piedra sobre piedra la obra se levanta por el desprendimiento de la Vizcondesa de Termens que enciende la divina luz de la alegría en los corazones consagrados a la enseñanza. [3]

El presupuesto inicial para la construcción de este edifico “escolástico”, como se le denomina en el documento firmado el 1 de octubre de 1930, ascendería a la cantidad de 131.000 pesetas. En el “Resumen” de este proyecto encontramos 72 partidas pormenorizadas, que van desde el “Movimientos de tierras en explanación”  a una última dedicada a “trabajos auxiliares para ayuda de instalación luz eléctrica, timbres, cristales, emplomados, esculturas y imprevistos aprox. 3%:”


El colegio de la Fundación Termens, no se realizó remodelando y adaptando el que fuera chalet de Carmen Giménez, tal como generalmente se tiene entendido, sino que fue adquirida expresamente para ello una huerta en el paraje denominado de Santo Domingo, propiedad de doña Dolores Heredia de la Canal, por la cantidad de 3.430 pesetas. [4]

En el “Contrato y Pliego de condiciones que regirán para la construcción y ejecución de las obras correspondientes a la edificación de un Grupo Escolar , donación de la Excma. Sra. Vizcondesa de Termens, situado en Cabra (Córdoba) ” [5], se dice :

  Este contrato tiene por objeto la construcción de todo coste, o como suele decirse -llaves en mano- de un grupo escolar, que constará de un pabellón central a uso de vivienda, de dos cuerpos laterales a uso escuelas y de un grupo posterior a uso de capilla y panteón.

Quedan excluidas del compromiso:

Todo trabajo de transporte del actual mausoleo que tiene la Sra. Vizcondesa en el cementerio de Cabra y colocarlo en el nuevo panteón, sean mármoles, bronces, estatuas, verjas, etc. etc.

En el mismo documento se determinaba el plazo de comienzo y terminación de la obra, así como su precio final:

Las obras se comenzaran antes de 15 días de firmadas esta condiciones de contrato, y se terminarán (salvo caso de fuerza mayor) en el plazo de siete meses, calculándose seis meses para la ejecución de todas las obras y un mes para el acoplamiento de materiales, replanteo, desviación de la acequia, preparación de trabajos, etc.
...Se entienden por terminadas las obras cuando estén completamente acabadas en condiciones de poderse habitar la vivienda y utilizar las clase y capilla, ya que la terminación del panteón obedece a ulterior trabajos de adaptación del otro panteón existente al cementerio, que forma objeto a parte del presente compromiso.
...Todas las obras y suministro anteriormente descritas y que forman objeto del presente contrato y pliego de condiciones sin excluir ninguna salvo las que taxativamente fueron especificadas, se obliga el contratista a ejecutarlas totalmente por el precio alzado y único de -- 136.000 Pesetas --- Pesetas Ciento treinta y seis mil ---

Posteriormente, en el mismo contrato en su capítulo de modificaciones se amplia el plazo de ejecución de todas las obras a nueve meses.   El contrato quedaría firmado el 26 de noviembre de 1930, por las siguientes partes: como propietaria, doña Carmen Giménez Flores, Vizcondesa de Termens; como arquitecto, don Enrique Daverio; y como contratista constructor, don Rafael Luque Gómez. Como testigo rubrica el acuerdo Manuel Megías, sobrino político de la propietaria.

La Fundación Termens contaba con una extensión de 1744 metros cuadrados, donde se construyeron nuevas dependencias dedicadas al fin asistencial que perseguía. En el centro del jardín se levantó una gran columna con la efigie del Corazón de Jesús y el cerramiento de las puertas principales del colegio se realizó con la otra parte de la que fuera verja del cementerio. El 29 de octubre de 1928, se contrata con el escultor José Navas Parejo la mencionada "construcción de un monumento al Sdo. C. de Jesús (...), en mármoles de Macael, y piedra sipia de Cabra" que mediría en total ocho metros: seis de columna y dos de escultura. En principio el emplazamiento de este monumento iba a ser en la plaza mayor de Cabra, pero el advenimiento de la República les haría cambiar su emplazamiento.

También de los Talleres de Arte de J. Navas Parejo de Granada procede  el escudo en piedra y  la lápida que se instaló en la capilla junto al mausoleo que refiere el objeto y destino de la  fundación:

LA EXMA. SRA Dª Mª DEL CARMEN FLORES/ VIZCONDESA DE TERMENS/ INSIGNE BIENHECHORA DE LA CIUDAD DE CABRA FUNDO ESTE GRUPO ESCOLAR/ PARA QUE LOS HIJOS E HIJAS POBRES DEL/ PUEBLO RECIBIERAN GRATUITA LA CULTURA NECESARIA/ PARA LA VIDA ENCAUZADA EN EL SANTO AMOR DE DIOS/ CONSAGRADA ESTA CAPILLA PARA DICHO FIN AMPARA LOS / VENERADOS RESTOS EN EL SUNTUOSO MAUSOLEO COMO / RELIQUIA PARA LA HUMANIDAD EN LOS SIGLOS VENIDEROS/ BENDITO SEA EL SEÑOR QUE DE TAL MODO TOCA EL / CORAZÓN DE LAS ALMAS GRANDES EN ESTA TIERRA/ ORAD POR LA FUNDADORA DE ESTAS ESCUELAS/ AÑO 1932.


El ambiente anticlerical que trajo consigo la República no era el más propicio para el desarrollo de cierta manifestaciones caritativas y cristianas, y la Fundación Termens era una institución religiosa. En principio, estaba prevista su inauguración para 1931 pero a los retrasos inevitables en la terminación de las obras, se le unirían las incertidumbres derivadas de la política del país y de la ciudad de Cabra. En una situación inestable en el gobierno municipal, los enfrentamientos por cuestiones religiosas fueron repetidos en la sesiones del ayuntamiento de Cabra; y sus acuerdos encaminados a laicización de la vida local fueron firmemente contestados por la prensa y las asociaciones religiosas. Así ocurrió con los decretos de retirada de los crucifijos de las escuelas o la secularización del cementerio municipal. [6]

Con el triunfo de la derecha en la elecciones generales de noviembre  de 1933, mejorarían algo las relaciones del Estado con la Iglesia. Y así, después de superar una gran cantidad de trabas administrativas, en 1934 la Fundación Escolar Termens estaba ultimada.

El periódico La Opinión informó así sobre la bendición de estos nuevos grupos escolares, que se inaugurarían el 16 de julio de 1934:

  Ayer lunes 16, a las 8 de la mañana , se llevó a efecto con gran solemnidad, la bendición de los  Grupos Escolares que,  para niños pobres,  ha fundado en esta ciudad la Excma. Sra. Dª Carmen Jiménez Flores, Vizcondesa de Termens. Aludida ceremonia y la primera Misa, estuvo a cargo del Rvdo. Padre Adolfo Tovar, Visitador de los PP: Paúles y de las HH: de la Caridad.
  Para festejar el acto de la bendición, los antiguos alumnos de las Escuelas del Niño Jesús, hoy escolares de la Fundación Termens, interpretaron en el patio de las escuelas el siguiente programa:
1º, -Felicitación-; 2º, -Discurso de Gratitud- por la niña Carmen Moñiz; 3º, -Bazar de Muñecas-, juguete cómico en un acto; 4º, -San Vicente de Paúl- zarzuela en un acto y tres cuadros; 5º, -Cinematógrafo Feminista-, revista cómica de tipos, en un acto; y 6º, -El Príncipe a la Fuerza-, sainete en un acto.
Por la maravillosa interpretación de todos los números, los pequeños artista escucharon numerosos aplausos. A todos los actos, así como al banquete ofrecido por la altruista fundadora, asistieron numerosos y distinguidos invitados.
Nuestros aplausos entusiastas a la Sra. Vizcondesa de Termens, y nuestra enhorabuena al pueblo obrero, ya que en beneficio de los niños pobres ha sido levantado en Cabra tan meritoria como necesaria Fundación Escolar Termens. [7]

Visita de la Vizcondesa de Termens a su Fundación.
Foto facilitada por Lola Pérez-Aranda.

Y es que quiso su fundadora, efectivamente, que este colegio fuera en beneficio de los más humildes y para ello costeó no solo la obra y su dotación, sino que además destinó una renta en vida  de 4.500 pesetas anuales y la renta futura de un capital fundacional. Con fecha 11 de junio de 1935, ante el notario Manuel Sánchez González de Cabra se constituyó a perpetuidad una obra pía docente, con la denominación “Fundación Escolar Termens” y para la cual se entregaban en la “Dirección General de la Deuda y Clases pasivas”: 153.300 pesetas en títulos de la “Deuda perpetua interior al 4 por 100”.

Por otra parte, era su deseo que su nueva escuela estuviera regida por las Hijas de la Caridad, lo que la llevó a establecer un contrato, “conforme al cual las Hijas de la caridad se establecen en Cabra (Córdoba) para encargarse de unas Escuelas gratuitas” , dicho acuerdo fue “celebrado y firmado por, una parte por la Excma. Sra. Vizcondesa de Termens, Fundadora, y de la otra por el Sr. D. Adolfo Tobar, Director de las Hijas de la Caridad y Sor Justa Domínguez, Visitadora de las mismas”. [8]

Monjas de Termens. 
Foto de M. Rascón, colección de Adolfo Molina Guarddón.

Sin duda,  la presencia del padre Adolfo Tobar Mayoral [9], Superior de los Padres Paúles y Director General de las Hijas de la Caridad en España, y de Sor Justa Domínguez [10], Superiora de las Hijas de la Caridad españolas es importantísima para comprender el alcance y compromiso entre esta ejemplar congregación religiosa  y la vizcondesa de Termens.

En el referido convenio firmado, a las cláusulas referentes a la organización del establecimiento, empleos y dotación de las monjas, etcétera, Carmen Giménez añade otras en las que especifica:

La que suscribe, propietaria de las Escuelas, Casa e Iglesia que acaba de construir en Cabra, hace donación de este edificio a perpetuidad, con toda la finca o huerta, en que está enclavado a la Reverenda Madre Visitadora de las Hijas de la Caridad Españolas, del Noviciado de la calle Jesús, 3, de Madrid: disponiendo que estas escuelas han de ser siempre dirigidas por las Hijas de la Caridad Españolas, con la única intervención del Consejo Provincial de dichas Hijas de la Caridad. Si en el transcurso de los tiempos, por cualquier causa que fuese, no pudieran estas Hijas de la Caridad, seguir regentando las Escuelas, o permanecer en ellas, pasará a la propiedad de la Mitra del Obispado de Córdoba, pero con la condición estricta, de ser devuelto este edificio a las Hijas de la Caridad, tan pronto como cesen los obstáculos que estas tuvieron para abandonarlo y habitar en él.

A continuación con la denominación de “CARGAS”, señala que la fundación constará de “cuatro Hermanas, por lo menos, y dos de ellas con el título de maestras” y que doña Carmen podrá vivir en la Fundación Termens “con una sobrina y una criada, en las habitaciones que he construido para este fin”  y con el deseo, de que si enfermara, “sean las Hermanas de la Caridad las que estarán a mi lado para cuidarme”. Por último, expresa que cuiden de su mausoleo trasladado a la iglesia de la fundación, en donde reitera: “será enterrado mi cadáver, para lo cual cuento ya con la autorización de Roma y del Excelentísimo señor Obispo de Córdoba”.

De igual modo, deja escrito en el contrato, su deseo de que los restos de sus padres y hermanos que descansan en la sepultura familiar del Cementerio de Cabra, también sean trasladados al mismo mausoleo de Termens y con cargo a su testamentaria. Finalmente, en referencia a este pretensión dice: “Yo haré cuanto pueda por trasladarlos, si Dios me da vida.”

A partir de 1934, la Fundación Escolar Termens iniciará su actividad docente continuando la labor anterior desarrollada en el antiguo Colegio del hospital,  y con la satisfacción de las hermanas de la Caridad de entonces: Sor Emerita Goñi, Sor Felisa Calvo, Sor Sabina Prada y la superiora, Sor Peregrina Olmos, vieron cumplida la promesa de la vizcondesa de que tendrían una “escuela modelo” moderna y perfectamente dotada.

En 1940, el Ministerio de Educación aprueba su clasificación como benéfico-docente, y señala que:

(...) a tenor de la escritura constitutiva, el objeto de la aludida Institución es proporcionar enseñanza primaria gratuita a cincuenta niños y cincuenta niñas de la ciudad de Cabra, de cuatro a doce años de edad; debiéndose hallarse la citada escuela regida por cuatro Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, españolas, de las cuales dos han de poseer el título de Maestras. [11]

Asimismo, el Ministerio en conformidad con la asesoría jurídica, además de su clasificación de interés social, resuelve que los títulos bancarios del capital fundacional inscritos a nombre de doña Carmen Giménez “se conviertan o se transformen en otra inscripción de la misma clase a favor de la  Fundación Escolar Termens, de que queda hecho mérito”. Y también que el patronato de la fundación tenga como único miembro a la “Reverenda Madre Visitadora  de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl españolas/... quedando exceptuadas de la obligación de formar inventarios y presupuestos y de rendir cuentas al Protectorado”.

Por último, la citada orden ministerial, señala:

 “Que se den las gracias a la excelentísima señora Vizcondesa de Termens por su generoso desprendimiento y que se le signifique, además, el agrado con que este Ministerio ha visto su patriótico y noble proceder en beneficio de la cultura pública”

Poco después, en mayo de 1942, en el acta de una habitual visita realizada a la Fundación Termens, la entonces inspectora de educación de 1ª Enseñanza, Josefa Moyano escribe con emoción:

Si la educación en el concepto católico, ha de ser formación integral del individuo y hacer del niño el hombre perfecto, teniendo por modelo a Jesucristo, necesariamente hay que afirmar que las Hermanas de la Caridad que dirigen estas escuelas de la “Fundación Termens” realizan una obra educativa completa.[12]

En sus más de ochenta años de historia la Fundación Termens ha vivido dos etapas bien diferenciada. Un primer periodo que va desde su apertura en 1934 hasta 1971, dedicada a la educación Primaria, y por la que pasaron varios miles de estudiantes que luego continuarían la educación secundaria. Y una segunda etapa, que arranca en 1972 y llega hasta hoy, comprometida admirablemente con la educación Especial y la atención al alumnado con necesidades educativas especiales. [13]

De aquellas veces que la vizcondesa visitó su Colegio de Termens, algunas personas recuerdan todavía su misteriosa presencia, siempre vestida de oscuro, y sus modos distinguidos al ocupar el regio sillón en el que se sentaba cuando presidía algún acto, reunión o recital. Como también otros recordamos, como al final de la mañana y de la tarde, un alumno o una alumna recorría los patios del colegio haciendo sonar la alegre campanilla que marcaba el final de las clases. Sonidos de la  memoria, nostalgia y recuerdos.





[1] CALVO POYATO, J. y CASAS SÁNCHEZ, J.L.: “Cabra en el siglo XX”. Cabra, 1993. Pág. 255.

[2] Libro de visitas de inspección del Colegio del Niño Jesús y de la Fundación Termens (1906-1961) (A.P.A.)

[3] El Popular (Cabra) 3 /12/1930.

[4] Hoja declaratoria /modelo. nº VIII-I/ Dirección General de propiedades y contribución territorial. (9 abril 1932). (A.V.T.) 

[5] Contrato y Pliego de condiciones que regirán para la construcción y ejecución de las obras correspondientes a la edificación de un Grupo Escolar , donación de la Excma. Sra. Vizcondesa de Termens, situado en Cabra (Córdoba). (26 noviembre 1930) (A.V.T.)

[6] CALVO POYATO, J. y CASAS SÁNCHEZ, J.L.: Op. cit. Pág. 170.

[7] La Opinión (Cabra) 17 / 07/1934.

[8] Contrato suscrito entre la Vizcondesa de Termens y las Hijas de la Caridad para atender la educación de la Fundación Termes (16/ 07/1934) (A.P.A.)

[9] Adolfo Tobar Mayoral (1878-1949), nacido en Burgos, ingreso muy joven en la Congregación de la Misión. Amplió estudios en Roma, doctorándose en Teología  y  Derecho Canónico. De regreso a España desempeño los cargos de profesor de Filosofía, Teología, y Derecho Canónico en el seminario de San Pedro en Cuenca, donde también fue rector. En 1930, fue nombrado Visitador de los Padres Paúles y Director General de las Hijas de la Caridad en España. Ejerció estos cargos hasta su muerte y durante sus veinte años de gestión elevó a 9.000 el número de religiosas de las Hijas de la Caridad en 728 centros y casas de la comunidad. Después de la Guerra Civil fundó la Escuela Laboral de los Padres Paúles de Madrid y su último acto importante fue  presidir en Valencia la Gran Misión de 1949.

[10] Sor Justa Domínguez de Vidaurreta e Idoy ( 1875-1958) natural de Azpeitia (Guipúzcoa). En 1895 decide ingresar en la compañía de las Hijas de la Caridad. Terminado el tiempo del seminario en Madrid fue destinada a la Casa Provincial. En 1921 fue nombrada Vicedirectora del Seminario y a finales de 1922 Directora y principal responsable de la formación. En el año 1932, fue nombrada Visitadora o Superiora provincial de España que en aquella época era la provincia más numerosa del mundo. Entre 1932 y 1936 logró visitar gran parte de las comunidades en momentos de persecución y parte de su gestión se centró en promover la colaboración entre las asociaciones de Hijos e Hijas de María y Damas de la Caridad con la Acción Católica en favor de los pobres. En julio de 1936 sufrió el asalto de la casa provincial en Madrid, la disolución y dispersión de 400 comunidades y la aniquilación de gran parte de las Obras de caridad atendidas por las Hijas de la Caridad. Desde julio de1936 a septiembre de 1937 estuvo encarcelada. Terminada la Guerra Civil, levantaría la Casa provincial en Madrid  en una nueva sede. Entre 1948 a 1958 realizó numerosos viajes apostólicos y misioneros por todo mundo (India, Cuba, Filipinas). Durante los años de su mandato como Visitadora provincial, desde1932 hasta su muerte, el número de religiosas de la Caridad pasó de 6.500 a 11.500 y las Comunidades aumentaron de 600 a 867. En 1991 se inició el proceso para su canonización.

[11] Orden de 18 de mayo de 1940 por la que se clasifica como benéfico-docente la Fundación instituida en Cabra (Córdoba) por la Vizcondesa de Termens, denominada “Fundación Escolar Termens”. Boletín Oficial del Estado (B.O.E.), 25 de mayo de 1940. Págs. 2564-2566.

[12] Libro de visitas de inspección del Colegio del Niño Jesús y de la Fundación Termens (1906-1961) (A.P.A.)

[13] Actualmente la Fundación Escolar Termens es un centro educativo privado concertado que ofrece 7 aulas de Educación Básica Especial donde se atiende a alumnado autista, pluridiscapacitados y discapacitados psíquicos. También ofrecen 2 unidades de Formación a la Transición a la vida adulta y Laboral. El número total de alumnos que atiende la Fundación Escolar Termens –Colegio de Educación Especial Niño Jesús, oscila entre 65 y 70 alumnos por curso. Y su procedencia abarca toda la comarca del sur de Córdoba y también de otras provincias.