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La Virgen y su ermita, al pie de otra sierra



Al pie de las últimas estribaciones de la Sierra de Gádor, en la Baja Alpujarra de Almería se encuentra el pueblo de Berja, la antigua Virgi de los romanos, la Medina Barcha nazarí, aquella en la que Pedro Antonio de Alarcón decía haber visto un jardín en cada casa. De lo que más sorprende al visitante en el paisaje yermo y árido que la rodea, quizás sean sus numerosas fuentes de aguas cristalinas; dieciséis, que son la envidia de los pueblos vecinos que beben agua desalada. En tan particular ciudad manantial, Carmen Giménez Flores, construyó entre 1929 y 1931 un convento, un colegio y remodeló la ermita dedicada a Nuestra Señora de Gádor. La relación afectiva que por circunstancias religiosas y devocionales la Vizcondesa de Termens mantuvo con la patrona virgitana fue enormemente parecida a la que mantuvo con la de la Sierra de Cabra. Hasta tal punto que su labor fue motivo para que la nombraran “Hija Adoptiva” de Berja y que su nombre le fuera dado a una de sus calles principales. En el Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento de Berja, núm. 20, fol.7 se puede leer:

“En la ciudad de Berja a veintiuno de Septiembre de mil novecientos treinta y previa convocatoria, llevada a efecto como regula el artº 126 del Estatuto municipal, se constituyó en sesión extraordinaria el Ayuntamiento pleno con asistencia de los Sres. Concejales relacionados al margen, que por su número representan la mayoría exigida por el artº 129 para tomar acuerdos en primera convocatoria.
El Sr. Alcalde Presidente Don Telesforo González González declaró abierta la sesión manifestando seguidamente, que para perpetuar en esta ciudad el recuerdo de la Exma. Sra. María del Carmen Jiménez, Vizcondesa de Termens, cuya noble dama, sabiendo que el corazón de Berja está en la Ermita de nuestra Virgen de Gádor, ha querido ser un hijo más de esta tierra y, atraída por la devoción popular de los virgitanos, se ha hecho partícipe de ella costeando a sus expensas las importantes obras de un amplio y magnífico Convento residencia de las Monjas Capuchinas Eucarísticas y como celda de Santas, ungidas de paz y sacrificio, fieles guardianas de nuestro mayor Tesoro, y creyendo interpretar el sentir unánime de este Iltmo. Ayuntamiento y de Berja entero y para patentizar de una manera, ostensible e indeleble la gratitud de este pueblo a su bienhechora, proponía a los Sres. reunidos se le declarara Hija Adoptiva de esta ciudad y fuese sustituido el nombre de la Calle Nueva por el de “Vizcondesa de Termens”.
Los Sres. Concejales se apresuraron a hacer suya tan sentidas y sinceras frases del Sr. Alcalde Presidente, acordando unánimemente declarar Hija Adoptiva de esta ciudad a la Excma. Sra. María del Carmen Jiménez y que se coloque el día veinticuatro del actual la lápida que ha de dar el nombre de “Vizcondesa de Termens” a la calle nueva, haciendo entrega por el Sr. Alcalde, a tan distinguida señora de copia literal de esta acta.
Cumplido el único objeto de esta convocatoria el Sr. Presidente levantó la sesión y de lo consignado en la presente, que firman los Sres. que en ella tomaron parte, yo, el Secretario de la Corporación, certifico.”



Resulta curioso comprobar que fruto de todo aquello, hoy se levanta un prestigioso colegio privado concertado que imparte sus enseñanzas desde la Educación Infantil hasta Secundaria, con el mismo aroma que el egabrense de Termens, y en derredor a una ermita que al pie de otra sierra, la de Gádor, cada septiembre, como en Cabra, es cita ineludible para los fieles que acuden en romería para bajar a su Patrona a la ciudad, donde después de permanecer unos días devolverán a su atalaya.

Durante los años veinte y treinta del siglo XX la romería de la Virgen de Gádor contó en numerosas ocasiones con la presencia de su principal benefactora, Carmen Giménez Flores, Vizcondesa de Termens, quien se desplazaba para acudir a sus cultos, en los que ocupaba siempre un puesto de honor.
Lamentablemente, la destrucción provocada en la Ermita de la Virgen de Gádor durante la Guerra Civil y el posterior paso de los años han hecho que los testimonios materiales de la Vizcondesa de Termens en Berja haya pasado a ser un etéreo recuerdo. Pocos saben ya de ella, a simple vista nada refiere de lo que allí aconteció de su mano; sin embargo, como en Cabra, como en Sanlúcar y como en otros tantos lugares sería preciso recuperar su memoria, reconocer su legado y el lugar en la historia a la que por derecho propio pertenece.

Viajando libremente por Europa


Tarjeta manuscrita de 1899 de la infanta Eulalia de Borbón dirigida al que fuera embajador de España en Francia, don Fernando León y Castillo. Este documento que nos hace llegar nuestro buen amigo Santiago García aparece en el epistolario depositado en la Casa-Museo León y Castillo de Telde en Gran Canaria, y en ella se escribe los siguiente:
(…) He sabido que mi marido ha pedido un coupe File para poder circular libremente en compañía de la señorita Carmela Jiménez y Familia y me consta que el Marqués de Novallas, ha contestado a Antonio prometiendo conseguir dicho coupe file…
El “coupe file” era un tipo de salvoconducto o pase oficial que permitía el tránsito libre y sin demoras a su titular en Francia. Y como se demuestra en este curiosa misiva, motivo de enojo de doña Eulalia que veía como de esta forma su marido, Antonio de Orleáns podía viajar libremente en compañía de su amante, mientras ella debía permanecer recluida en casa, sin derechos y viendo dilapidar su fortuna familiar.
Para viajar por Europa a finales del siglo XIX había que solicitar constantes permisos y visados, por lo infrecuente de este tipo de desplazamientos. En esta época en la que ya se podían hacer inumerables trayectos por Europa en ferrocarril apenas se contabilizan unos 10.000 viajeros al año lo que supone una media de apenas 30 al día. Sin embargo Carmela Giménez sería una intrépida viajera que frecuentó las principales capitales del viejo continente como París, Londres, Roma o Estocolmo.

Las fiestas de la Virgen de la Sierra


En estos días septebrinos la ciudad de Cabra se viste de fiesta en honor de la Virgen de la Sierra. Orgullo de los egabrenses, Nuestra Señora María Santísima de la Sierra es seña de identidad de todo un pueblo que año tras año repite la tradición secular de agacharse ante el revuelo de su bandera multicolor al redoble del viejo tambor fernandino.
Las fiestas de la Virgen de la Sierra son las fechas más emotivas y significativas del calendario de los egabrenses, días de alegrías, de reencuentros y añoranzas.
La devoción que Carmen Giménez sentía por la imagen de la Virgen de la Sierra, también fue extraordinaria. Así lo manifestó repetidamente en cartas públicas que se reproducían en la prensa local y con las numerosas aportaciones de donativos, ofrendas y sus colaboraciones en romerías, cultos y cuanto aconteciera en torno a la patrona del pueblo de Cabra.
En 1912, en un acto público donó un manto de terciopelo verde bordado en oro, así como otras telas y alhajas a la imagen de la Virgen de la Sierra. En el acta de la sesión celebrada el 7 de septiembre de ese año, el alcalde de Cabra, José de Silva, notifica por escrito el agradecimiento de la ciudad por “este espléndido donativo”.
Las innumerables ayudas a la cofradía, la remodelación del camarín de la patrona en su ermita, junto a sus constantes colaboraciones y generosos donativos, hicieron que la Cofradía, en justa correspondencia, le distinguiera en 1933 con el nombramiento de "Hermana Mayor Honoraria y Camarera de la Sagrada Imagen".