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El esqueleto emparedado de la casa de la Infantona


Les voy a referir una historia que me han contado varias veces en Sanlúcar de Barrameda y que tiene como argumento principal, el descubrimiento de un esqueleto emparedado en la casa de la Vizcondesa de Termens.


Las historias referidas al hallazgo de esqueletos emparedados, que se descubren circunstancialmente en casas antiguas o abandonadas son numerosas y recurrentes. Una de las más conocidas quizás sea la de la "Casa de las siete chimeneas" de Madrid, actualmente sede del Ministerio de Cultura. 

Durante casi más de cuatro siglos, este viejo edificio madrileño fue hogar de familias nobles, embajadores, terratenientes, comerciantes. A finales del siglo XIX, cuando la casa fue reformada para convertirse en sede de un banco, apareció entre los muros del sótano el esqueleto de una mujer con un puñal clavado en el pecho junto con una bolsa con monedas de la época de Felipe II

Viejas leyendas que se relacionan con históricos edificios y, en la mayoría de los casos, con apasionadas y terribles historias… 

Con ese aire misterioso y gótico de un cuento de Edgar Alan Poe también ha llegado hasta nosotros la historia del esqueleto encontrado en la casa de la Infantona de Sanlúcar de Barrameda. Un extraño y sorprendente suceso que se descubrió en los años cincuenta del siglo XX.

Como Poe, no espero ni pido que alguien crea en el extraño, aunque simple, relato que me dispongo a escribir. Simplemente referiré lo que a mí me han contado sobre esta espeluznante historia

A partir de la Sentencia de 1925 en la que se le condenaba a la devolución de la finca El Botánico, Carmen Giménez Flores dejo de visitar Sanlúcar de Barrameda y se refugió en Cabra, su ciudad natal.

Poco después en septiembre de 1926 se suicidaría su marido el militar Gómez de Villavedón, y en 1928 se firmaría la Escritura de transacción entre Alfonso de Orleáns y la Vizcondesa, que suponía la ejecución de la sentencia y ponía fin al “Pleito del Botánico”

Años después, la casa de estilo árabe de la plaza del Cabildo, primera vivienda oficial de Carmen Giménez Flores, la Infantona, fue vendida a su muerte (1938) por sus herederos a un armador de Bajo de Guía en 1939.

En este bonito y recordado edificio conocido popularmente como la “casa de chocolate” que sería demolido a finales de los años cincuenta del siglo XX, tras una pared aparecieron los restos de un esqueleto con un puñal en el pecho.

Nadie sabe de quién podría ser, si era de un hombre o de una mujer. Hay quien señala que una vez que se hicieron obras en aquella casa, los albañiles  en un momento dado trabajaron con los ojos vendados. Otros hablan de amantes despechados, de idas y venidas de coches de caballos con extraños bultos, de noches de pasión desenfrenadas…

Hasta hay quien me contó, porque dice que estuvo allí, que a la luz del macabro descubrimiento se personó la Guardia Civil a levantar atestado de un suceso del que nunca se supo nada más.

Historia real, cuento, bulo, leyenda…

Dentro de lo que podríamos llamar folclore moderno, se dan este tipo de leyendas urbanas o populares, que de alguna forma se emparentan con formas de superstición y que aunque pudieran tener algún fundamento real, a menudo son ficciones o aparecen exageradas o distorsionadas. 

Por eso, esta historia del esqueleto emparedado de la casa de la Infantona, como otras extrañas historias iguales o parecidas, podrían formar parte de un conjunto formal y simbólico que se da en una sociedad concreta, en un momento dado… y que llamamos: imaginario colectivo.