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ORLEANS VERSUS ORLEÁNS consideraciones sobre su ortografía


En la Casa Real francesa se apellidaban de Francia a los hijos del Rey y los del Delfín (príncipe heredero al trono). Y todos estos descendientes recibirían desde su nacimiento un título que, a partir de entonces serviría para apellidar a su propia descendencia por línea de varón. En esta sucesión de títulos convertidos posteriormente en apellidos se encuentran: Valois, Angulema, Orléans...

Le prince Antoine Marie Philippe Louis d’Orléans, duc de Montpensier, devenu don Antonio de Orleans, infant d’Espagne.

Probablemente sería en este momento (1846), cuando el apellido Orléans se castellanizó en Orleans, aunque durante mucho tiempo (quizás por diferenciarlo del francés) se utilizó Orleáns, con tilde. Y es que la Casa nobiliaria española de Orleans-Borbón se originaría por la unión de Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, de la Casa de d´Orléans, rama de la misma familia real de Francia, con María Luisa Fernanda de Borbón, Infanta de España, de la Casa de Borbón.

Se indica en la Ortografía de la lengua española (2010), en el apartado dedicado a La ortografía de los apellidos que: Al igual que ocurre con los nombres de pila, los apellidos españoles tiene fijada una forma canónica que no puede ser modificada a voluntad por los hablantes. Lo que no significa que, a lo largo de su evolución, estas voces no hayan experimentado vacilaciones, fonéticas o gráficas, incluso grafías anómalas como el resultado de la castellanización de apellidos de otras lenguas…

Esto explicaría que el apellido Orleáns, con tilde, se usara durante mucho tiempo, en parte por lo que se ha dado en llamar la "inestabilidad ortográfica" de mediados del siglo XIX. De esta forma aparece en escritos oficiales y así lo hemos utilizado numerosos investigadores y escritores.

Pero de esta forma, sin saberlo, estábamos perpetuando una grafía anómala en la castellanización de un apellido francés, que además contraviene el uso posterior que ha hecho la propia familia Orleans, con lo que no parece procedente usar formas diferentes en su apellido.

Y es que como nos han señalado recientemente los lingüistas (DRAE, 2014): Una cosa es el acento, también denominado acento prosódico, y otra el tilde, también denominado acento ortográfico, gráfico o gramatical. El acento pertenece al ámbito de la fonología, es el «relieve que en la pronunciación se da a una sílaba de la palabra, distinguiéndola de las demás por una mayor intensidad o por un tono más alto» . La confusión se produce porque con la palabra acento solemos hacer referencia tanto al acento prosódico como al acento ortográfico o tilde. El tilde es la marca gráfica que se coloca sobre la vocal acentuada. Todas las palabras de dos o más sílabas tienen acento pero, de acuerdo con las reglas de acentuación, solo algunas llevan tilde. 

Y Orleans no llevaría tilde de acuerdo con las reglas de acentuación del español, ya que las palabras agudas no se acentúan cuando terminan en más de un grafema consonántico (minigolf, esnobs, zigzags, mamuts, confort, roquefort, kibutz).

Además como se indica en la Ortografía de la lengua española (2010), cuando los topónimos extranjeros no presentan secuencias problemáticas que dificulten la adecuación de la pronunciación a su grafía según la correspondencia entre grafemas y sonidos en español, también se someterán a las normas de acentuación de nuestra lengua: Míchigan (ingl. Michigan), Oregón (ingl. Oregon), Ámsterdam (neer. Amsterdam), París (fr.Paris), Orleans (fr. Orléans), Berlín (al. Berlin).

Conclusión: A partir de ahora lo más correcto será escribir, Antonio de Orleans, y por ende familia de Orleans... sin tilde.