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En las Carreras de caballos de Sanlúcar


Las Carreras de Caballos en las playas de Sanlúcar de Barrameda se remontan a las competiciones informales que desde principios del siglo XIX realizaban los transportistas de pescado. De 1845 data la SOCIEDAD DE CARRERAS DE CABALLOS DE SANLUCAR DE BARRAMEDA y a partir de 1981 cobraran su mayor impulso, al ampliar las jornadas de competición a dos ciclos de tres días e integrarlas en el circuito hípico nacional junto a Madrid, San Sebastián y Sevilla. La singularidad y belleza de esta fiesta deportiva, social y popular la ha llevado a ser mundialmente conocida.
El periodista sanluqueño Joaquín López Barbadillo publicó en 1919 un artículo en EL IMPARCIAL titulado REPORTERISMO PINTORESCO donde describía esta fiesta y la presencia de La Infantona en las Carreras de Sanlúcar hacia 1900, “alegre y bulliciosa” luciendo el famoso y controvertido collar de la familia Orleáns que le regalará don Antonio:

Fue un día de agosto, fue una maravillosa tarde de sol y de carreras, cuando la vi con el collar: joya, en verdad, pasmosa cuyas perlas diluían su luz en el cálido ambiente como un suave regalo de dulce placidez. Yo estaba junto al palco en que ostentaba su espléndido tesoro doña María del Carmen Jiménez Flores Brito y Milla. Doña María del Carmen, con un gracioso orgullo mujeril, con el amor de todas las mujeres a todo cuanto sea realce de su beldad, recibía el homenaje que unos recién llegados rendían- y con razón sobrada para la preferencia, aquella vez – más que el hechizo de la dama hermosa, al valor de la joya. Y decía doña Carmen:
- Es un regalo de él. Realmente es una prenda digna de un guardajoyas imperial. Dicen que sólo hay otra parecida a ella y de semejante valor: es un collar de perlas negras del tesoro de la Corona inglesa... Éste es mejor, quizás... Tiene además, una historia gloriosa. Viene del siglo XVI; lo mandó hacer el César Carlos V, lo lucieron las reinas de Francia y Nápoles; pendió luego del cuello de la mujer de Luis Felipe de Orleáns... Ha brillado en el Trono de tres países... Y allí también brillaba, en aquel palco alegre de gente alegre, aquella tarde alegre, no entre las salvas de los nobles cañones que acompañasen una fiesta regia; pero, a lo menos, entre el jocundo ruido que hacía los taponazos del champán.